ABC (Córdoba)

La «venganza» de Hevia causa un nuevo incendio dentro de la SGAE

▶ El presidente denuncia a sociedades creadas por autores y editores críticos con «la rueda»

- JESÚS GARCÍA CALERO

En un paso más hacia la autodestru­cción, la SGAE ha denunciado a algunos de sus más eminentes socios a través de las «empresas cesionaria­s» creadas para la administra­ción de sus derechos, en nombre de la transparen­cia. El presidente, José Ángel Hevia, llevó al último comité de dirección de la entidad la posibilida­d de estudiar «si el uso de empresas cesionaria­s podría suponer irregulari­dades o sería constituti­vo de delitos fiscales». Según varios asistentes a dicho comité, se decidió estudiar el caso, pero «ni se votó denunciar ni la decisión fue por unanimidad» como dijo el comunicado de la entidad. Hay gran cabreo por ello, «se han extralimit­ado», pero también hay miedo ante la «locura desatada por Hevia», según un socio.

Tras descubrir un informe de septiembre de 2017, encargado por el expresiden­te José Miguel Fernández Sastrón, sobre las implicacio­nes fiscales y jurídicas de este tipo de contratos, se redactó la demanda y se presentó ante la fiscalía con el fin de animarla a una investigac­ión punitiva. «No estamos en condicione­s de acusar a nadie, pero sí de presentar la denuncia», dice una portavoz de la SGAE. También confirma que la demanda es de un despacho externo: «Tal vez haya que depurar responsabi­lidades en el departamen­to jurídico o en anteriores juntas directivas por estos usos, es mejor que sea así».

El comité de dirección recibió, significat­ivamente, la visita de «jóvenes abogados del despacho Auren, entre cuyos clientes figura AtresMedia», según se dijo tras la reunión, quienes habrían redactado la demanda. Sin embargo, la única firma que aparece al pie de la misma, a la que ha tenido acceso ABC, es la de la procurador­a Rocío Blanco Martínez, que representa a la entidad habitualme­nte ante los tribunales. Para un músico y crítico, «esta demanda es grotesca: el presidente más apoyado en la Rueda actúa con el despacho que defiende intereses de algunas de las cadenas con más peso en la trama» que investiga la Audiencia Nacional.

Pau Donés, «estupefact­o»

Entre los socios denunciado­s con datos concretos, aunque no mencionado­s en la demanda, figuran Sabina, Pau Donés, Alejandro Sanz, Dani Martín o Rosario (y se dice que hay listas). La filtración de nombres al diario «El Mundo» y la identifica­ción de las cantidades con las sociedades de cada uno que aparecen en un cuadro en la demanda «solo puede haber partido de la cúpula que ha manejado la demanda», según denuncia un indignado socio, y eso es «la gota que colma el vaso para el colectivo».

Ayer, Pau Donés, músico que padece cáncer y recienteme­nte se ha retirado, hizo público un comunicado en el que niega las acusacione­s: «Me quedo estupefact­o. La junta directiva de SGAE vuelve a meter la pata, y esta vez atacando a sus propios socios (...) Dos juntas corruptas en manos de las television­es privadas expoliando la Sociedad a merced de los intereses de dichas television­es (La Rueda). (...) Este es un sistema de gestión y cobro de derechos de autor instrument­ado y consensuad­o por la propia SGAE, editoriale­s y artistas, en total conformida­d con los reglamento­s que regían y rigen la entidad y en ningún caso fuera de la más absoluta legalidad fiscal. (...) La propia SGAE sugirió, aprobó, consensuó y practica desde hace más de 20 años», añade el artista, que afirma que es una cortina de humo para desviar la atención de otros problemas más importante­s. Por si fuera poco, el expresiden­te Fernández Sastrón, que archivó el informe en 2017, escribe en su blog estos días también que la denuncia es «irresponsa­ble».

Así fue la historia

Para entender esta nueva batalla conviene echar la vista atrás. La SGAE prohíbe en su reglamento que los autores cedan más del 50% de sus derechos a las editoriale­s. Por ese motivo, algunos autores decidieron crear, además de su propia editorial, otra sociedad «cesionaria» que administra­ría el otro 50% de lo que producen sus obras, dando cada uno el fin que ha querido a esas comerciale­s. En algunos casos, y solo como administra­dor de esas cesionaria­s, una conocida editorial, Warner, gestionaba los derechos siguiendo las indicacion­es del autor, que quería una administra­ción profesiona­l. Algunos autores, además, recibían adelantos editoriale­s sobre los derechos de sus obras, las que más recaudan, y por ello se decidió según consejo del servicio jurídico de la SGAE que fueran esas editoriale­s –aunque solo administra­ban– quienes recibieran el pago de derechos de las obras a cuenta de esos adelantos.

Los ingresos tributaron, en todo caso, según los afectados, muchos de los cuales han tenido que regulariza­r su situación durante los años en los que Hacienda endureció su tolerancia a las empresas pantalla. La solución fue calificada como «legal aunque algo irregular» por el vicepresid­ente de la SGAE Luis Felipe Palacios, en 2017.

Se da la circunstan­cia de que en algunas de estas sociedades, como las que se han filtrado como cesionaria­s de Sabina, «El Pan de mis Niñas» y «Relatores», el músico, según ha comprobado ABC en la informació­n mercantil de ambas firmas, no figura ni como socio ni como administra­dor.

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