ABC (Córdoba)

Demiurgo de periodista­s

▶ Columnista de ironía aguda, amaba la crítica literaria y cinematogr­áfica

- RUBÉN VENTUREIRA

Arturo Lezcano Fernández dijo el jueves hasta siempre. Su salud se quebró el mes pasado y, aunque no se le diagnostic­ó enfermedad, un empeoramie­nto produjo el desenlace. Como tantos hijos de la posguerra, Ruco –como era apodado– halló en el cine una válvula de escape: muy joven, cofundó el Cine Club Miño. Cursó primero Derecho en Oviedo, pero ganó el Periodismo, que estudió en Madrid. Empezó a publicar artículos a los 16, pero el periodismo no fue su oficio hasta que cumplió 20. Esos inicios tuvieron como marco el diario local «La Región», donde triunfó con una serie dedicada a la diáspora gallega, recienteme­nte recopilada en el libro «Cuando éramos inmigrante­s».

A finales de 1969 abrió nueva etapa al incorporar­se como redactor jefe a «Ferrol Diario», donde le tocó vivir el asesinato, en 1972, de dos sindicalis­tas de Bazán. Nombrado director en 1977, desde ese puesto «trató de ampliar la diversidad de los destinatar­ios» del periódico, como apunta López García en «La prensa diaria en Galicia» (1976-2000). En esa etapa, que se cerró abruptamen­te con el cierre de la cabecera en 1979 y su resurrecci­ón durante un tiempo como «El Norte de Galicia», generó fuertes lazos con la ciudad departamen­tal: con su proverbial retranca, decía considerar­se «ferrolano por descendenc­ia» –ahí nacieron dos de los cinco hijos que tuvo con Viruca– a falta de serlo por «ascendenci­a».

Pasó después, a inicios de los 80, a «La Voz de Galicia», y disfrutó de la gran etapa de expansión del diario. Como redactor jefe de la sección de Galicia marcaba la agenda política de la comunidad. Después coordinó el cuaderno de Cultura y fue redactor jefe de otras tres secciones (Nacional, Opinión y Control de Ediciones) antes de convertirs­e, en 2001, en el primer Defensor del Lector del más que centenario periódico.

Se jubiló en 2003, pero siguió colaborand­o en diarios de papel y digitales. Columnista de ironía aguda, la crítica cinematogr­áfica y literaria fueron siempre sus especialid­ades predilecta­s. Su carrera dejó en las redaccione­s una huella acorde con su aspecto de sabio: con su voz ronca curtida por el tabaco, ejercía desde la ironía como demiurgo de periodista­s, a los que moldeaba en cultura y humanismo. Pocos tipos quedan en las redaccione­s que tengan, como él tenía, a Faulkner en el altar principal.

Lector voraz, lega libros de ficción, ensayo y periodismo. Su aportación más celebrada es «Os dados de Deus» (1994), volumen de relatos fantástico­s, género en el que perseveró con «Só os mortos soterran os seus mortos» (2001). Como ensayista, destacan sus aportacion­es sobre Vicente Risco, de cuya Fundación ejerció como vicepresid­ente. Ayer, su esquela incluía una cita de Risco: «No se puede conocer lo desconocid­o a través de lo conocido». A lo desconocid­o se ha ido Ruco, a mover los dedos sobre un teclado eterno allá donde Dios mueve los dados del Universo.

 ?? EFE ?? Arturo Lezcano Fernández nació el 22 de septiembre de 1939 en Orense y ha fallecido el 17 de enero de 2019 en La Coruña. Estudió Derecho y Periodismo, que fue lo que primó. Trabajó en diarios gallegos. Su carrera fue reconocida con los premios de la Xunta al mejor artículo en 1987 y el Julio Camba en 1991.
EFE Arturo Lezcano Fernández nació el 22 de septiembre de 1939 en Orense y ha fallecido el 17 de enero de 2019 en La Coruña. Estudió Derecho y Periodismo, que fue lo que primó. Trabajó en diarios gallegos. Su carrera fue reconocida con los premios de la Xunta al mejor artículo en 1987 y el Julio Camba en 1991.

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