Tobogán de sensaciones con la luz de la salvación y la sombra de las cuentas
▶La milagrosa permanencia en Segunda hizo vibrar al cordobesismo, pero los problemas económicos y deportivos han salpicado el éxito
Jesús León y el Córdoba han estado subidos en un tobogán de sensaciones en los últimos 365 días. El presidente y máximo accionista del club blanquiverde cumple hoy un año al fren
te de la sociedad anónima cordobesista. El 19 de enero de 2018 por fin cumplió el «sueño», aseguró aquel día, de comprar el paquete mayoritario de acciones (98,7%) a Carlos González, que se marchó después de seis años y medio de gestión en El Arcángel.
El empresario de Montoro empezó a lo grande. Posiblemente, jamás tenga un momento igual de reconocimiento individual en el resto del tiempo que pase en el mundo del fútbol. La afición, que llenó el estadio El Arcángel para ver cómo había un nuevo inquilino en el palco, lo recibió con una atronadora ovación que duró varios minutos. Sin embargo, esa imagen en la retina entra en confrontación con la petición de dimisión (algo imposible en el fútbol actual para un propietario) del último partido o la pitada que tuvo que soportar cinco minutos antes del Córdoba-Las Palmas, tras destaparse un intento de venta del club a Devetia, una empresa ucraniana, que, finalmente, no fructificó.
Entre esos dos momentos hay un mar de blancos, algunos negros y bastantes grises en estos 12 meses de gestión de León, que intenta ahora por todos los medios posibles, y parece acariciar con las manos conseguirlo, desbloquear la situación de convulsión deportiva, económica e institucional con el salvavidas del traspaso de Sergi Guardiola al Valladolid —Aguado todavía podría acabar en otro destino, aunque no está descartado que acabe en julio en Pucela—.
La montaña rusa de vivencias del primer año de mandato de León al frente del Córdoba podría dividirse perfectamente en dos partes, aunque, a partir de ahora, podría empezar una tercera. En el primer semestre, el empresario de Montoro vivió todo lo bueno del fútbol. Eso de lo que escasea este mundillo que se define como lo más importante de lo menos trascendente. Todo fue una ascensión continua. Todo le salió bien. La compañía de Luis Oliver y su equipo de trabajo fue fundamental para enderezar la situación deportiva. La revolución de la plantilla fue descomunal. León tendrá el honor de haber realizado el mejor fichaje de invierno de los 64 años de historia del club. Oliver convenció a José Antonio Reyes, internacional y con títulos de todos los colores en sus vitrinas, para vestir de blanco y verde. Hacía realidad el sueño de su padre de verlo con esos colores. Llegaron nueve fichajes más. Es una situación irrepetible hoy incluso se si solventa la venta de Sergi Guardiola.
La llegada de León supuso una clara liberación para el cordobesismo, que vivió con incertidumbre como el equipo se despeñó con Carlos González. De hecho, el de Montoro consiguió una reconciliación fugaz de un sector muy importante del cordobesismo con el club. La demostración fueron casi mil abonos vendidos de la segunda vuelta y una cadena de «No hay billetes» para los partidos del Córdoba en la segunda vuelta que llegó a la decena. Las colas fueron interminables para los últimos partidos. En apenas un par de días, las entradas se agotaban.
También reconcilió al Córdoba con las instituciones, los partidos políticos, los medios de comunicación, otros clubes de la provincia, con los veteranos, con personas decisivas en la historia del club e incluso con las tradiciones de la cultura cordobesa, desde las religiosas hasta las más populares.
Esa ola de ilusión en la afición estuvo también apoyada por la excelente marcha del equipo en la clasificación. El Córdoba hizo una remontada histórica a las órdenes de José Ramón Sandoval y tras destituir a Jorge Romero, que perdió en su debut. Luego, el bloque cordobesista levantó 13 puntos con la zona de permanencia en las últimas 15 jornadas de Liga. La mayor remontada de la historia del fútbol español para lograr una salvación histórica. La fuerza de remar todos en el mismo sentido tuvo premio el 2 de junio con la culminación de la permanencia ante el Sporting.
Ahí acabó la línea ascendente de León en el Córdoba, que tocó a su fin con la salida de Reyes a China y la cesión de Sergi Guardiola, el máximo goleador del equipo, en una condiciones que luego se han demostrado negativas para la entidad blanquiverde.
En el segundo semestre, justo con el inicio de la temporada 2018-19, comenzó un descenso vertiginoso. La quiebra comenzó con una decisión polémica e impopular. León decidió no contar con Sandoval, héroe para la afición de la permanencia. El banquillo fue para Francisco Rodríguez. Sin embargo, el punto de inflexión fue la necesidad de afrontar el primer pago aplazado de la compraventa del club a González. Eran 2,5 millones de euros que debían abonarse el 1 de julio y que no se hicieron efectivos hasta el final de mes. La credibilidad de León comenzó a verse dañada.
A esa burbuja de pesimismo colaboró que el de Montoro decidiera romper con Oliver. La destitución del director general y todo su equipo destruyó uno de los pilares de la salvación: el deportivo. Coincidió en fechas con que se destapase que el Córdoba había superado ampliamente el límite salarial y que no podría fichar en verano. Para entonces, el equipo se ponía en marcha. A Francisco no le gustó lo que veía. Tanto, que decidió marcharse a principios de agosto ante la falta de refuerzos.
León buscó nuevos apoyos. En ese papel llegó Alfredo García Amado como nuevo director general para poner experiencia y más cordura en una gestión que en el mundo del fútbol
El presidente del Córdoba ha tenido cuatro técnicos, dos directores generales, otros dos deportivos y solo dos semanas al equipo fuera del descenso La permanencia dejó un agujero de 4,2 millones en las cuentas, el club está en causa de disolución y la venta de Guardiola es el único salvavidas para la crisis
siempre da más disgustos que alegrías. Además, tiró de Sandoval para ocupar el banquillo. Sin embargo, LaLiga no levantó el pie del acelerador hasta que la competición estaba a unos días de empezar. El Córdoba, con 13 fichas profesionales, pudo llegar a 18, pero solo con contrataciones de jugadores con salario mínimo en Segunda. Con todo, Berges hizo un buen trabajo junto a García Amado y Sandoval para recopilar las pocas opciones a las que tenían acceso en el mercado.
Pero, el equipo no arrancó bien. León activó la trituradora por cuarta ocasión en el banquillo. Llegó Curro Torres, que no ha conseguido aún la reacción del equipo en la clasificación.
Por medio, León se ha dejado frases míticas y alguna situación que ha demostrado la dificultad económica en la que está inmerso el club. Se autocalificó como «el tieso de Montoro» en plena ola de impagos: a Osasuna por el traspaso de Jaime Romero, lo que bloqueó los derechos para fichar; y varias nóminas a trabajadores y
jugadores (ahora en vía de solución), entre los más sonados. Pero, el principal escándalo, que quizás algún día explique públicamente su versión privada de los hechos, le salpicó cuando se destapó que había firmado un preacuerdo de venta con Devetia, una empresa ucrania, por 15 millones de euros en diciembre. Al menos, salió de inmediato a dar explicación sobre la supuesta salida de un millón de euros a una cuenta personal, que desmintió rotundamente.
Ya en 2019, a días de su primer aniversario, inicia una etapa de aparente estabilidad que podría acabar por desbloquear la situación económica. Abonó el medio millón a González el segundo plazo de la compraventa en tiempo y forma. Pasó con holgura la Junta de Accionistas, a pesar del voto en contra de Minoritarios por las pérdidas de 4,2 del último ejercicio y la causa de disolución en la que está la entidad. Ha pagado algunas nóminas pendientes. Eso sí, Sergi Guardiola sigue siendo el único salvavidas.