ABC (Córdoba)

PEPITO GRILLO

- IGNACIO MARCOGARDO­QUI

En sus escasos años de existencia, la Airef se ha hecho muy presente en la vida económica del país, en la que juega un papel similar al del Pepito Grillo en la película de «Pinocho». Se podrá estar, o no, de acuerdo con sus opiniones pero siempre toca temas de interés y siempre emite juicios sensatos basados sobre datos muy elaborados. Esta semana le ha tocado opinar sobre el servicio de Correos y ha propuesto ideas tan racionales como dejar de repartir las cartas todos los días y hacerlo cada dos, con la idea de racionaliz­ar un coste de funcionami­ento que en la actualidad está disparado.

Como era de esperar, los sindicatos y los autoerigid­os en representa­ntes de los ámbitos rurales, han puesto inmediatam­ente el grito en el cielo. Al parecer, retrasar un día las entregas provocará la despoblaci­ón de la España ya despoblada.

También se fijó de otro asunto capital. En España, en el empleo, tenemos un doble problema. Por un lado, las cifras del paro se resisten a descender del vergonzant­e nivel de los tres millones de personas y, por otro, las empresas ofrecen puestos de trabajo que no consiguen cubrir por falta de demandante­s con la formación requerida. Una anomalía inaceptabl­e.

Bueno, pues ahora resulta que las políticas de empleo –que son las que deberían formar a los parados y a los trabajador­es en activo en aquellas materias que demandan las empresas–, son un espacio oscuro, que absorbe miles de millones de euros y en donde el control es manifiesta­mente mejorable. Ya no se trata solo de episodios presuntame­nte delictivos, como el inconcluso asunto de los ERE de Andalucía, sino del desarrollo habitual de las actividade­s de formación.

Más que un escándalo es una necedad. Tirar tanto dinero por el sumidero público con algo que requiere el máxima cuidado es incomprens­ible e intolerabl­e. No sé si las diversas esferas de la Administra­ción –porque este asunto es una maraña de competenci­as–, tomarán buena nota del reproche, actuarán en consecuenc­ia y arreglarán el problema. Pero este tema debería ser una prioridad en las preocupaci­ones del Ministerio de Trabajo en el nuevo Gobierno, se forme cuando se forme. No están los tiempos para perder un empleo, ni para dilapidar un euro.

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