ABC (Córdoba)

Más tráfico que en la M-30

- J. CARLOS CARABIAS

Todo tiende al gigantismo en Le Mans, una población en el centro de Francia del tamaño de Ávila (52.000 habitantes). La sala de acreditaci­ones se encuentra en el exterior de un campo de fútbol, el circuito de la Sarthe tiene 13,629 kilómetros, el domingo se juntan en las gradas 300.000 espectador­es, la velocidad máxima jamás alcanzada llegó a 407 kms/h (Roger Dorchy en 1988) y en la edición de 2019 compiten 62 coches mezclados en cuatro categorías diversas según el potencial del vehículo. Cifras grandilocu­entes que honran a una carrera invariable en sus tradicione­s desde 1923. Son 96 años de las 24 Horas de Le Mans.

Esta prueba nació y sobrevive como punto nuclear del automovili­smo por su germen rebelde. En vez de hacer una carrera de velocidad tipo Fórmula 1, inherente la idea al concepto de coche, estableció otra variable: vehículos deportivos fiables, resistente­s y de consumo eficiente de combustibl­e. Algo parecido al vocablo que hoy mueve a tantas empresas y desarrollo­s sociales: sostenibil­idad.

La pista es una ruta pública en los alrededore­s de la ciudad que enlaza con el circuito permanente Bugatti

donde se disputa el gran premio de Francia de motociclis­mo. En ese escenario, de envoltura antigua, han corrido más de 3.450 pilotos. Una monstruosi­dad que identifica una de las singularid­ades de la carrera: el tráfico.

Son 62 coches encuadrado­s en cuatro rangos. Los LM P1, ocho bólidos incluido el Toyota de Alonso, Buemi y Nakajima, que son las creme de la creme. Los más rápidos en un contexto de fiabilidad y resistenci­a. Están luego

Fernando Alonso

«En una vuelta te encuentras a un piloto profesiona­l y a la siguiente se sube al coche un señor amateur»

Atasco permanente

«El peligro siempre es el tráfico. Hay que gestionar ese riesgo», advierte Fernando Alonso, quien ayer habló, cómo no, de su futuro. «Sé lo que haré en 2020, pero no es momento de comentar nada». Le apetece probar en el Dakar con Toyota y circula el rumor de un hipotético regreso a Ferrari en la Fórmula 1, pero el piloto que se juega el título mundial del WEC no dice nada.

«A veces te encuentras a dos coches inferiores y esperas que te vean a la vuelta siguiente para poder adelantarl­os –explicó el asturiano–. A veces encuentras en un coche a un piloto profesiona­l al que ya has analizado cómo adelantar y a la vuelta siguiente se ha subido un señor... un piloto aficionado».

Antonio García es íntimo amigo de Fernando Alonso, piloto que corrió con él en los karts en los finales de los 80 y que concursa en las 24 Horas en la tercera categoría con un Corvette de motor Chevrolet. Ha participad­o 13 veces en su franja GT Pro y ha ganado tres veces la prueba. Coincide con la estrella asturiana. «Lo básico en Le Mans es administra­r el tráfico con experencia, sabiendo que habrá coches más rápidos y más lentos que tú. Aunque haya 62 coches, hay cuatro carreras independie­ntes. Lo básico es interactua­r lo menos posible con ellos».

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AFP El Toyota número 8 de Alonso, en acción en Le Mans
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