ABC (Córdoba)

Tiger Woods vuelve al lugar de su mayor éxito

- MIGUEL ÁNGEL BARBERO

Cuando alguien acumula quince majors en su haber es difícil decidir cuál es el más importante de ellos. Es como preguntarl­e a un padre que cuál de sus hijos es el preferido. Para Tiger Woods cada triunfo tiene su significac­ión y, aunque el primero (Masters de 1997) y el último (Augusta 2019) han enmarcado una carrera única, el Open USA que ganó en Pebble Beach en 2000 supuso un punto de inflexión para el golf moderno. En esa ocasión el genio ganó el Abierto de su país por quince golpes de diferencia, algo nunca igualado desde entonces, y ahí comenzó a forjar una leyenda que, dos décadas después, está más viva que nunca.

«No fue mi mejor semana de golf pero sí en la mejor he pateado», comentó el california­no al recordar ese suceso. Por eso en la presente edición ha decidido prestar una especial atención al palo más corto de la bolsa y ha contratado al entrenador de Justin Thomas, Matt Killen. Esta joya del diseño (para muchos este campo al borde del océano Pacífico es más bonito del mundo) tiene greens de poa y no de hierba bermuda, como es habitual. Por eso la rodada de la bola es diferente y, como el Tigre es consciente de sus posibildad­es (después de su tropiezo en el PGA Championsh­ip vuelve a ser el favorito en las apuestas), no ha dudado en cambiar su rutina habitual. En lugar de jugar los hoyos en las jornadas de prácticas, se centró en los tapetes. Sabe que ahí se va a decidir el torneo en una semana en la que las calles están más generosas que de costumbre y donde no se penalizará­n tanto los errores desde el tee de salida.

Los españoles, bien

Los primeros jugadores en salir al campo pudieron disfrutar de esas condicione­s, en especial los tres españoles que jugaron en el turno de mañana y que terminaron con menos dos.

Sergio García, pese a llegar al torneo con malas sensacione­s y comenzar con un bogey, tiró de experienci­a para recuperars­e poco a poco y selló los hoyos de ida con dos bajo par. A partir de ahí, sumó una tarjeta de lo más movida (un eagle, un birdie y tres bogeys) para acabar con un buen 69 que le dejaba en los puestos cimeros. Con el mismo resultado acabaron Jon Rahm y Adri Arnaus, que vivieron historias diferentes: el vasco cubrió los primeros nueve agujeros con tres abajo para perder uno en el hoyo 6 mientras que el catalán, en su debú en un grande, se portó como todo un veterano y limó un punto en cada vuelta.

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REUTERS Woods, confiado en el Open

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