ABC (Córdoba)

IRÁN SACUDE EL TABLERO INTERNACIO­NAL

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Atentar contra la libre navegación pacífica es un hecho muy grave que debe tener consecuenc­ias para la dictadura teocrática de Teherán

ÚN reconocien­do que las formas, en ocasiones demasiado bruscas, del lenguaje diplomátic­o del presidente norteameri­cano, Donald Trump, no ayudan mucho, la actitud de la dictadura teocrática de Teherán está poniendo al mundo ante una situación extremadam­ente peligrosa. No es nada nuevo, puesto que desde su creación, la República Islámica de Irán no ha cesado de interferir para boicotear la estabilida­d, no solo de Oriente Medio, sino de cualquier otro escenario en el que los ayatolás imaginen que pueden obtener una ventaja para sus posiciones. No es ningún secreto que su principal objetivo no es el bienestar y la libertad de los iraníes, porque de otro modo hace mucho tiempo que habría tomado otra actitud más razonable para conseguirl­a, sino que consideran que su propia superviven­cia pasa por encima del interés de sus ciudadanos y por el mantenimie­nto de una permanente tensión con sus principale­s vecinos.

En estas circunstan­cias, Estados Unidos y Gran Bretaña han acusado a Teherán de los ataques a varios petroleros (al menos seis en el último mes) en la zona del estrecho de Ormuz, ofreciendo pruebas solventes de unas agresiones que

Asolo pueden tener un objetivo: expresar la amenaza de que si el petróleo iraní no puede llegar libremente al mercado mundial, nadie más en la zona podrá hacerlo, aunque sea asomándose al riesgo evidente de que ello provoque un conflicto generaliza­do en la zona. La retirada unilateral de EE.UU. del tratado nuclear que la UE había logrado para obtener el compromiso de Irán de que renunciarí­a a fabricar armas nucleares, no se hizo de la manera más diplomátic­a y sus efectos no ayudan a estabiliza­r la situación. Pero tampoco lo hace la actitud iraní, con gestos como el que protagoniz­ó Ali Jamenei negándose a recibir el mensaje del presidente Trump que le traía el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, que representa además a uno de los países que más interés tiene en que este pulso no degenere en un conflicto generaliza­do.

Estas tensiones no son buenas para nadie y a medio plazo tampoco lo son para Irán. El mundo se dirige hacia un nuevo paradigma energético y, por mucho que el petróleo vaya a seguir siendo un factor esencial en la economía del mundo, los tiempos en los que los hidrocarbu­ros proporcion­aban una riqueza ilimitada a sus poseedores ya han pasado. Y además, en este caso las pruebas acorralan al régimen iraní y le hacen responsabl­e de una actitud claramente condenada en el Derecho Internacio­nal. Atentar contra la libre navegación pacífica es un hecho muy grave que debe tener consecuenc­ias para la dictadura teocrática de Teherán.

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