La Cubana o cuando todo el teatro es parte de la obra
Si hay una compañía que siempre ha conseguido que todo el teatro sea parte del espectáculo, esa es La Cubana. La compañía catalana siempre ha conseguido que ir a uno de sus estrenos se convierta en una aventura en sí mismo donde importa lo que ocurre el escenario, claro que sí, pero donde el público es una parte misma de lo que ocurre en el montaje. Eso es lo que está pasando con «Adiós Arturo», una comedia que pone en solfa los velatorios y determinadas liturgias relacionadas con los muertos. La compañía está llenando el Gran Teatro con su propuesta de humor ácido marca de la casa y en la que los espectadores se incorporan al texto mediante aportaciones literales, adaptadas al lugar donde se interpreta la obra. En este caso, con guiños como que los asientos aparecen reservados a miembros de una asociación de eurofans de los Patios y la Batalla de las Flores o que las coronas de flores que aparecen sobre el escenario están enviadas por personajes como Julio Anguita o entidades como la Sociedad de Plateros.