Propinas
¿Se dan por obligación, costumbre o por un buen servicio?
na de las cosas que sorprenden a un viajero español en Japón es la cara que pone el camarero que le ha atendido cuando tras pagar la cuenta le deja unas monedas o billetes. Cara casi de indignación porque en aquel país la propina se considera una falta de respeto. Qué diferente es la situación en otros lugares, principalmente en Estados Unidos, donde esa propina es poco menos que obligatoria. Incluso en el ticket de la cuenta de muchos establecimientos aparecen indicadas las cantidades exactas que corresponden a los porcentajes habituales: 15, 18 o 20 por ciento. Son los dos extremos de un mundo, el de las propinas, que siempre nos deja dudas. He leído estos días un interesante debate en la web de Eva Ballarín, una influyente consultora de hostelería, sobre el futuro de estas propinas que muchas veces, como en el caso de Estados Unidos, no son más que una forma de completar los bajos sueldos de los trabajadores. Pero incluso allí hay un intenso debate sobre la conveniencia de suprimirla.
¿La propina se da por obligación, por costumbre o para recompensar un buen servicio? Personalmente soy partidario de dejarla sólo en este último caso. Una gratificación a alguien que nos ha tratado con amabilidad y profesionalidad. Si la atención ha sido mala no hay necesidad ninguna de dejarla. Incluso es una buena forma de decirle a ese camarero que no nos ha gustado su trabajo. Me cuentan mis amigos hosteleros que los españoles cada vez somos más rácanos en las propinas. Tal vez porque pensamos que los trabajadores de hostelería están mejor pagados que en otros tiempos. Tal vez porque cada vez llevamos menos dinero en el bolsillo, reemplazado por otros métodos de pago. Recordarán que, hasta no hace mucho, en el papel que nos pasaban a la firma al pagar con tarjeta de crédito había una línea para añadir esa propina. Algo que se mantiene en Estados Unidos pero que aquí ya no se incluye. Todo apunta a que vamos hacia su desaparición, pero entre tanto sigamos dejando propina a quien lo merezca.
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