Camareros charlatanes
Les pongo en una situación conocida por muchos. Raro es que no les haya ocurrido. El afán de agradar en exceso es tan desagradable a veces como la apatía y desidia (por no hablar de mala educación) con la que el servicio de una sala atiende. Pero hay una especie de tendencia en ciertos establecimientos que se presentan como creativos, de vanguardia o contemporáneos, que se convierte casi en una agonía. Nos que hablen mucho, que también, sino que lo hacen sin saber, con ciertas dotes de prepotencia y como minusvalorando a quien está sentado a la mesa. Cara estirada, rictus entre desafiante y ufano, huérfano de consejos y, desgraciadamente, siendo la cara visible del negocio...