Culto, con clase... y muy perfeccionista
Modisto total, un visionario. A caballo entre arquitecto y escultor de la moda, Monsieur Balenciaga destacó por sus volúmenes, sus líneas puras y simples, su dominio técnico, su conocimiento de los tejidos, su acabado perfecto... Era el único capaz de controlar todo el proceso creativo. Dio solo dos entrevistas en su vida: a «Paris Match» y a «The Times». Odiaba el ruido. Era un hombre muy religioso, culto, de gran generosidad, con mucha clase, aunque tenía arrebatos de furia si una prenda no estaba perfecta. Era tal su obsesión que llegó a hacer un agujero en la cortina para controlar lo que pasaba en el salón durante los desfiles. Al acabar, no salía a saludar. De sus modelos le gustaban especialmente las nucas, los cuellos. Por eso siempre lucían moños. Nunca hizo descuentos a sus fieles clientas. Entre ellas, la duquesa de Windsor, Grace Kelly, Greta Garbo, Bette Davis...