Sonrisas y lágrimas
Casado acompañó ayer a MartínezAlmeida en su toma de posesión como nuevo alcalde de la capital No se recordaba una constitución de los nuevos ayuntamientos tan entretenida, polémica, variada y multisorpresiva como la que ayer tuvo lugar en toda España. De la misma sale fortalecido el centro-derecha, que si sabe reafirmar sensatamente sus pactos en los gobiernos autonómicos puede convertirse en un contrapoder del sanchismo que, muy previsiblemente, tendrá dentro de poco una segunda estancia en La Moncloa. El vuelco más relevante del mapa municipal se dio en Madrid, capital del Reino y desde ayer buque insignia del poder del PP arrebatado a la izquierda populista, que, salvo en el caso de Cádiz, tuvo ayer su Trafalgar particular al perder buena parte de lo conquistado hace cuatro años. Aunque no dio el sorpasso para liderar el centro-derecha, Ciudadanos sí ha dado muestras de un contorsionismo político formidable, que lo mismo le da para pactar con el PP que con el PSOE, o que accede a que su marca electoral en Barcelona encumbre de nuevo a Colau, que lo primero que dijo tras tomar la vara de alcaldesa fue que va a poner un lazo amarillo gigante en la fachada del Ayuntamiento. Quizá Manuel Valls, que tanto ha criticado a Cs por pactar con Vox, debiera empezar las admoniciones por sí mismo, a no ser que ahora le parezca bien lo de la exhibición progolpista.
Todos los partidos recibieron buenas y malas noticias, a todos les toca alegrarse o poner mala cara en este o aquel lugar. La buena noticia para todos los que creen en la unidad de España es el desalojo de los proetarras de Bildu del Ayuntamiento de Pamplona, de nuevo, y como siempre, foral y española.