París bien vale una misa
Aquel 15 de abril parecía que el mundo se nos caía encima porque la catedral de Notre Dame pareció ser de todos. Aquel incendio abrasó el orgullo francés pero, además, quemó una buena porción de la historia de Europa.
Y todo pudo ser peor, porque la noche de aquel lunes, el fuego se acercó tanto a la torre del campanario, que por un pelo no ardió el recubrimiento de madera de la torre. Y con la torre habría caído la fachada principal.
Los técnicos decidieron enfriar las piedras. Si hubieran lanzado agua desde el aire, sobre las llamas, se habría desintegrado por completo toda la catedral.
Notre Dame es un símbolo que a punto ha estado de desaparecer. Un símbolo de la cristiandad que sirvió como origen de Europa aunque, por nuestra desmemoria a propósito, se nos olvida o lo ocultamos.
Desgracia, imprudencia, mala suerte... a buen seguro Francia reconstruirá la catedral de Notre Dame. Y resurgirá de sus cenizas –nunca mejor dicho– y llegará la normativa y el dinero.
Haríamos bien en reconocer nuestros tesoros, reinvertir nuestros complejos y reaprender nuestra Historia.
Mientras tanto... París bien vale una misa. Otra misa en Notre Dame, aunque sea con un casco puesto.
PD: El pasado mes de diciembre visité Notre Dame. En la explanada exterior, entre las colas de turistas, patrullaban paracaidistas del Ejército de Tierra francés. Sin parar. Como en el aeropuerto, bajo la Torre Eiffel o EuroDisney.
¿Te imaginas aquí?... ¿Te imaginas a la Legión patrullando por las Ramblas, en la Puerta de Alcalá o ante el Gugenheim?
¿A que te parece imposible?... Estamos enfermos de incultura, de soberbia y de mentiras.