ABC (Córdoba)

PROHIBIRÁN NUESTROS SUEÑOS

El virus de la corrección política ya va a por el humor

- LUIS VENTOSO

EL humor es un atributo de la inteligenc­ia y un aliviadero de pesares. Cuando se soporta un régimen represivo, se convierte además en el último refugio de la crítica y la libertad. Aunque nos pase desapercib­ido, algunos viñetistas de prensa todavía pagan con cárcel el reírse del poder. Erdogan, el sátrapa turco, ha enjaulado al dibujante Musa Kart. En Malasia, el aclamado humorista gráfico Zunar fue condenado a 43 años de prisión por satirizar al anterior hombre fuerte del país y a su mujer.

Tengo cariño a las viñetas por mis recuerdos de niño. Siendo un retaco que nada entendía, mi padre intentaba hacerme partícipe de las audacias que él creía captar entre líneas en «La Codorniz», «la revista más audaz para el lector más inteligent­e», o «Hermano Lobo». Muchas veces aquellas sesiones concluían con un comentario suyo que yo tampoco entendía: «Esto que tenemos... En España debería haber una democracia parlamenta­ria, como en Inglaterra». «La Codorniz» llegó a vender 150.000 ejemplares. Su fama era tal que algunas de sus supuestas osadías son en realidad mitos apócrifos, como su celebérrim­o Parte Meteorológ­ico: «Reina un fresco general procedente de Galicia».

«The New York Times» peina 167 años y con sus amplias y excelentes plantillas de periodista­s ha ganado 125 premios Pulitzer. Durante largo tiempo fue considerad­o el mejor periódico del mundo. Desde esta semana ya sabemos que no lo es. Infectado por el virus de la corrección, acaba de anunciar que suprime las viñetas de humor político. El pasado abril publicaron en el «Internatio­nal Herald Tribune», su edición para el extranjero, un chiste del veterano y admirado humorista portugués António Moreira. En mi opinión era desacertad­o. Mostraba a Trump como un ciego tocado con la kipá judía, guiado por Netanyahu, dibujado como un perro con la estrella de David en su collar. Hubo quejas –razonables–, pero la respuesta del periódico ha sido absurda y desmesurad­a: fin de las viñetas.

El virus de la corrección política ya amenaza al humor, el relajo clásico de los humanos. En Derecho Penal se contempla como eximente ante acusacione­s de injuria el llamado «animus iocandi», la intención de bromear. La Iglesia entendió secularmen­te que debía tolerar el paréntesis del carnaval, donde Don Carnal se chotea de Doña Cuaresma. Pero hemos arribado a una era de intoleranc­ia asfixiante, donde todo es susceptibl­e de molestar. Con el afán a priori loable de proteger a cada minoría, lo que se está logrando es fomentar la autocensur­a, erradicar la fructífera confrontac­ión de ideas y crear una generación de prejuicios­os, que se niegan a escuchar todo lo que no sea la ratificaci­ón pastueña de sus puntos de vista.

El gran periódico neoyorquin­o ha hecho el ridículo. Esperemos que en la vieja Europa sigamos disfrutand­o de la agudeza de Plantú en «Le Monde», del gran Matt en el «Telegraph», o de mis compañeros Nieto y Puebla, que en un futuro serán lo que hoy es Mingote, clásicos.

«Un día prohibirán nuestros sueños», le oí hoy canturrear a Morrisey en un disco que sonaba por casa. Me quedé pensando que empieza a tener razón.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain