ABC (Córdoba)

QUÉ EMÉRITO NI EMÉRITO

A Don Juan Carlos no le gusta que le hayan puesto en la prensa ese mote del «Rey Emérito»

- ANTONIO BURGOS

HASTA provincias nos llega la onda de Radio Macuto que dice que a Don Juan Carlos no le gusta un pelo que, tras su abdicación hace ahora cinco años, le hayan puesto en los periódicos ese mote del «Rey Emérito». Y somos muchos los monárquico­s por razones estéticas que sentimos el mismo alipori cuando lo escuchamos. Mire usted: eméritos son los catedrátic­os de Física Cuántica cuando se jubilan pero siguen prestando sus servicios a la Universida­d. Eméritos son los obispos cuando el Papa les manda la papela de jubilación y les nombra un sucesor para la diócesis. Así que cada vez que escucho lo del «emérito Don Juan Carlos» me parece que están hablando de un catedrátic­o de Física Cuántica o del antiguo obispo de Guadix-Baza. Eso de «rey emérito» me suena a republican­ismo histórico. Tras la proclamaci­ón del gran pucherazo electoral que fue la II República, a Don Alfonso XIII le llamaban en los periódicos «el ex rey». Del mismo modo el Duque de Medinaceli era «el ex duque de Medinaceli», suprimidas por el nuevo régimen las dignidades nobiliaria­s de la Monarquía. «Emérito» suena a «ex rey» republican­ote, porque Don Juan Carlos será Rey hasta que se muera, Dios quiera que sea dentro de muchísimos años. Según le letra de la ley, es el Rey Don Juan Carlos y punto. Y Sanseacabó, como dice Curro Romero, el torero preferido de su augusta madre, la magnífica aficionada a la Fiesta que era Doña

María, que hasta iba a las portátiles de los pueblos a ver a novilleros que prometían.

Lo que me extraña es que mientras se ensañan con el «emérito» endilgándo­selo a Don Juan Carlos, a Doña Sofía nadie le dice «la Reina emérita», sino lo correcto y legal de «la Reina Doña Sofía». Vamos, que no le meten el «ex» de la II República puesto al día con ese adjetivo acuñado para catedrátic­os y obispos. Por eso hemos de agradecer a Almudena Martínez-Fornés que en ABC haya puesto «negro sobre blanco» (como se dice en Tertuliané­s) la barbaridad de este uso abusivo y para mí que una mijita tricolor del «emérito». Y más hay que agradecer a Almudena que nos haya dado una de las posibles causas de esta chocante costumbre: «Como se recordará, un año antes de que Don Juan Carlos abdicara se produjo otra abdicación que sorprendió al mundo: el 11 de febrero de 2013 Benedicto XVI, que había sucedido a Juan Pablo II, decidió renunciar y, a partir de entonces, asumió el título de Papa Emérito para distinguir­se de su sucesor. Tras el relevo en la Corona, el Palacio de La Zarzuela indicó que a partir de ese momento, el Rey, a secas, sería Don Felipe y la Reina, a secas, Doña Letizia, de manera que para referirse a los padres del Monarca lo correcto sería decir el “Rey Don Juan Carlos” y la “Reina Doña Sofía”, unas expresione­s demasiado largas para que las asumiera el lenguaje periodísti­co».

Y ha tirado Almudena de la Historia de la Española Monarquía y nos ha dado la clave de cómo evitar ese adjetivo que tanto fastidia de Don Juan Carlos. Sostiene, y me sumo a la propuesta, que la tradición de nuestra Corona es referirse al Rey Padre y a la Reina Madre. Así se llamaba a la Reina Isabel de Farnesio (1692-1766), madre de Carlos III; a la Reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (1806-78), madre de Isabel II y a la Reina María Cristina de Austria (1858-1929), madre de Alfonso XIII. Y «Rey Padre» llamamos muchos durante sus últimos años de vida a Don Juan de Borbón, Conde de Barcelona. Así que ya lo saben: el que, retirado de todo, va a la meseta de toriles a ver los toros en Las Ventas es el Rey Padre, Don Juan Carlos. El emérito es un profesor de Física que está a esas horas en un tribunal de tesis doctoral dando el mismo «cum laude» que nosotros otorgamos ahora al Rey Padre por sus impagables servicios a España y a la democracia.

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