ABC (Córdoba)

EL NUEVO TIEMPO

La clave del éxito para el gobierno de Bellido está en que funcione en una sola dirección

- FRANCISCO J. POYATO

La frase rubrica su primer discurso como alcalde de Córdoba: «Prefiero tener que rectificar por hacer, que no estar en el dulce letargo del vacío». Córdoba necesita impulso no política trasnochad­a ni resentida. Calles nuevas, no viejas calles. Precisa sembrar confianza, seguridad jurídica y volcar su potencial durmiente en una marca incontesta­ble. El nuevo tiempo abierto en el Ayuntamien­to requiere muchísimo trabajo, hechos y no palabrería, y arrancar una maquinaria pesada y lenta que es fundamenta­l para que la ciudad no siga atascada. José María Bellido e Isabel Albás han firmado un pacto sensato y hasta lógico dado el papel y la competenci­a de cada uno de los intervinie­ntes. Un acuerdo que desdobla casi el mismo patrón que han fraguado en la Junta de Andalucía. Ciudadanos tiende puentes con sus consejería­s (Turismo, Deporte, Educación, Bienestar Social, Igualdad, Desarrollo Económico...) y el Partido Popular hace ensamblaje con las suyas en San Telmo (Hacienda, Fomento, Ordenación del Territorio, Cultura, Seguridad,...). Una circunstan­cia nunca aprovechad­a con eficacia. Porque ni cuando el PSOE servía de muleta a Rosa Aguilar se despertó viento de cola procedente de la Junta, ni tan siquiera en este último mandato socialista se ha percibido esa cooperació­n vital. Nace, pues, el nuevo cogobierno, con espaldas cubiertas y una situación contable en las arcas municipale­s que nada tiene que ver con la que en 2011 se toparon Nieto y Bellido cuando fueron a echar

mano del arqueo del tesorero (hoy, 148 millones de euros en caja; entonces, 33 millones).

El pacto deja al PP con las herramient­as para que Córdoba se rehaga y a Ciudadanos para que la calle lo entienda. El ganador de las elecciones toma la responsabi­lidad del plano largo y medio. La masa gris y dura pero indispensa­ble. Desatascar la Gerencia de Urbanismo, un motor que arrastra la economía de todo una ciudad. Arbitrar una gestión fiscal y contable eficiente —como ya han demostrado— desde el Área de Hacienda y para repercutir en la generación de actividad y a la postre empleo. Engrasar la plantilla municipal, una de las batallas más arduas, para convertirl­a en un aliado más al servicio de los cordobeses. Gestionar la seguridad y el tráfico, entre las principale­s preocupaci­ones siempre de los ciudadanos. Y, además, labrar una imagen de ciudad distinta. Con atractivo, empaque, aperturism­o y autoestima. ¿Por qué no podemos ser una gran ciudad...?

La formación naranja, menos fajada en la gestión, encuentra un ramillete de competenci­as que le llevará a estar más en la calle, en la gobernanza de lo doméstico y cotidiano, no por ello menos importante. El deporte alcanza hoy estatus de área primordial por la participac­ión de todas las edades de la población. Ni que contar los Servicios Sociales, en una ciudad con cuatro barrios entre los más pobres de España. El turismo es nuestro «modus vivendi», nuestra principal industria. Y los barrios y sus mejoras son esos achaques agradecido­s a los que poner remedio garantiza la satisfacci­ón de cualquier vecino. O la limpieza, otra de las materias sensibles, y que recae en manos de Ciudadanos con la empresa municipal Sadeco.

A diferencia del anterior cogobierno donde los compartime­ntos estancos prevalecie­ron desde el primer momento, la clave del éxito para el gobierno de Bellido está, precisamen­te, en que funcione en una sola dirección, como parece que está ocurriendo en el Ejecutivo andaluz. Todas las llamadas de ayer en los discursos al bien común, el trabajo en equipo, el interés colectivo y la mejora de las condicione­s de vida de los cordobeses tienen su prueba de fuego en esa unida política de gobierno y gestión. Es su turno.

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