Referencia de estabilidad en una España convulsa
▶Cataluña, la Comunidad con más actos del Rey, si se excluye Madrid capital ▶Don Felipe celebrará su aniversario con ciudadanos, lejos del ruido político
Con más canas y arrugas que hace cinco años, Don Felipe celebrará el próximo miércoles el quinto aniversario de su reinado. Y lo hará como empezó, buscando la cercanía de los ciudadanos y rodeándose de personas anónimas que reflejen lo mejor de España. A 40 de ellos les ha citado en el Palacio Real, donde les recibirá acompañado por la Reina, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. Allí les condecorará con la Orden del Mérito Civil, porque Don Felipe considera que España no solo se engrandece desde las instituciones sino también con el trabajo diario y anónimo de muchos ciudadanos.
Ante todos ellos, y ante el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez –que se sumará al acto–, el Rey pronunciará unas palabras en las que previsiblemente hará públicas sus reflexiones sobre sus primeros cinco años de reinado, que arrancaron con una profunda renovación de la Monarquía para asegurar su continuidad en una España desencantada por la crisis, el desempleo, la corrupción y los comportamientos inmorales. La Corona, dijo entonces el Rey, debe «observar una conducta íntegra, honesta y transparente», porque «solo de esa manera se hará acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones».
Hoja de ruta
A diferencia de los políticos, Don Felipe no necesitó cien días para elaborar la hoja de ruta de su reinado, porque llevaba toda la vida formándose para ese momento y tenía muy claro lo que debía hacer. Cuando tomó posesión del despacho que hasta entonces había utilizado Don Juan Carlos, el nuevo Rey retiró el cuadro del Infante Don Felipe de Borbón, futuro Duque de Parma, pintado por Jean Ranc, y lo sustituyó por un retrato de Carlos III, de Antonio Rafael Mengs. A partir de ese momento, el Monarca ilustrado de vida ejemplar, reformador, amante del trabajo y de la ciencia, presidió su despacho y marcó un camino.
Un mes y nueve días después de la proclamación, el Rey puso en marcha una serie de medidas para adaptar la Corona a los nuevos tiempos y evitar que en el futuro se repitieran los errores del pasado, como el caso Nóos. Dispuso que los miembros de la Familia Real no puedan trabajar en empresas públicas ni privadas, y que únicamente puedan desarrollar actividades institucionales. Reguló los regalos ofrecidos a la Familia Real, que no pueden superar los usos de cortesía o, en caso contrario, son incorporados a Patrimonio Nacional. Sometió voluntariamente las cuentas de la Casa del Rey a la auditoría de la Intervención General del Estado y se comprometió a su publicación anual. Adoptó diversas reformas internas dirigidas a lograr una mayor transparencia y, en plena crisis, cuando dispuso de su primer presupuesto, se bajó el sueldo un 20 por ciento.
Emisiones cero
También aprobó un Código de Conducta para el personal de la Casa del Rey y adoptó diversas medidas en el Palacio de La Zarzuela para reducir las emisiones y proteger el medioambiente. Así, se instaló la climatización a través de geotermia, la energía térmica con paneles solares para el agua, la iluminación led y los detectores de presencia, y se dotó de vehículos eléctricos a los servicios de mantenimiento y de distribución interna de paquetería.
Además, el Rey apostó por incorporar las nuevas tecnologías a la Jefatura del Estado, a las que ha destinado un promedio de 991.053,64 euros anuales, es decir un 12,7 por ciento del presupuesto, para modernizar equipos, redes y sistemas.
Un tiempo nuevo
También renovó los actos de la Corona, con la incorporación de jóvenes talentos, escritores, científicos, investigadores, músicos, deportistas, cooperantes y representantes de las distintas confesiones religiosas. Convirtió la mesa del comedor de gala del Palacio Real en un escaparate internacional de la gastronomía española por el que empezaron a pasar los chefs con estrellas Michelín. Renovó la música con la que la Guardia Real ameniza las cenas de Estado, y los ecos de Joan Manuel Serrat, La Oreja de Van Gogh
o Mecano empezaron a resonar por las galerías de Palacio.
En su primer Mensaje de Navidad, habló de lo que más preocupaba en aquel momento, la corrupción y el paro. «Desempeñar un cargo público no puede ser un medio para aprovecharse o enriquecerse», advirtió.
No llevaba un año como Rey cuando revocó el título de Duquesa de Palma de Mallorca a su hermana, Doña Cristina, que fue absuelta en el caso Nóos pero cuyo comportamiento no estuvo a la altura de lo que se esperaba de una Infanta de España y cuyo marido, Iñaki Urdangarín, fue condenado a cinco años y diez meses de prisión.
Hasta ahora, Don Felipe no ha concedido ningún título nobiliario. Únicamente, ha reconocido a su hija mayor con el Toisón de Oro, que se lo impuso en una solemne ceremonia en el Palacio Real el día que cumplió 50 años. Los únicos condecorados por el Rey son los ciudadanos anónimos que recibieron la Orden del Mérito Civil en el primer aniversario de su reinado y los que la recibirán el próximo miércoles.
Los Reyes también estrenaron con gran ilusión su papel de embajadores y realizaron sus primeras visitas de Estado a Francia y México, en cuyas Cámaras intervino Don Felipe. Y recibieron a sus primeros invitados con brillantes ceremonias, pero aquel rit
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