ABC (Córdoba)

El huracán Rosalía desata la euforia

▶La artista catalana respondió a la expectació­n creada en torno a su concierto con un espectácul­o enérgico

- I. CONTRERAS

Llegó el día del concierto que tanta expectació­n ha generado. Como era de esperar, el «fenómeno fan» en torno a Rosalía respondió a los estímulos. Ni los seguidores más fieles ni los curiosos quisieron perderse el paso por Córdoba de la artista de moda. También la artista hizo su parte y ofrecó un concierto enérgico, con los grandes «hits» de la artista catalana. Los más afortunado­s pudieron verla en el Coso de Los Califas. El resto se trasladó hasta la Axerquía para seguir el espectácul­o en la gran pantalla instalada para tal fin. Otros, simplement­e, obviaron el gran reclamo de la Noche Blanca del Flamenco y siguieron el esquema tradiciona­l de calle y plaza y flamenco por las esquinas de la ciudad.

Rosalía hizo suya la Plaza de Toros en plena Noche Blanca del Flamenco, un evento que se caracteriz­a por ser abierto pero en esta ocasión se cerró. Lo hizo por motivos de seguridad ante

el imprevisib­le huracán que puede despertar el aleteo de una mariposa en el entorno de la artista de moda internacio­nal. De ahí las invitacion­es, la limitación de aforo, la seguridad extrema y también los 217.000 euros que costó la actuación. En el público se mezclaba la juventud y la veteranía. Los seguidores convencido­s y los de la fe del converso, arrastrado­s por la curiosidad o por el deseo de no perderse el evento del año, ese del que todo el mundo habla. Pero mientras Rosalía entonaba su «Malamente» en Los Califas, la Noche Blanca más tradiciona­l seguía su curso a las afueras del Coso, en las plazas y en las calles.

Lo hacía de forma simultánea con Patricia Guerrero en la Calahorra. Antes de eso, el Ballet Flamenco de Andalucía había inaugurado el evento en la Plaza de las Tendillas, que es el espacio tradiciona­lmente reservado para abrir esta noche de cultura libre. Poco después la laureada Remedios Amaya había hecho suyo el barrio de la Fuensanta desde la Plaza de la Juventud. El suyo fue el único concierto que se desarrolló a las afueras del centro histórico de la ciudad, a excepción de Rosalía y su paso por Gran Vía Parque. Entre una y otra actuación, Lola Pérez y Mercedes de Córdoba expusieron su baile flamenco sobre el tablao del Patio de San Basilio. Y aún quedaba noche por delante: los espectácul­os de La Macanita y María Terremoto, la apuesta de Dúo del Mar, el piano de Rosario Montoya y sus Mujeres Mediterrán­eas, la fresca propuesta de la joven Sarayma, Esperanza Fernández y por último La Tremendita, encargada de despedir la noche, llegadas ya horas muy «flamencas», desde los recuperado­s jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos. Los primeros coletazos del impredecib­le verano que está a las puertas hicieron añorar las rebecas y las chaquetas. La noche fue fresca y más de uno echó de menos aquellas veladas flamencas de abanico y cerveza fría. Solo por esa tendencia tan humana a desear siempre lo que no se tiene.

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FOTOS: VALERIO MERINO Rosalía Vila, en los compases iniciales de su esperado concierto en la plaza de toros
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El Ballet Flamenco de Andalucía, que abrió la Noche Blanca

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