ABC (Córdoba)

En la tarde de Roca, Ureña ha sido el rey

▶Con el mejor lote, corta dos orejas y sale a hombros, a costa de una posible fractura de costilla

- ANDRÉS AMORÓS

Lleno de «No hay billetes» y enorme expectació­n por la última actuación de Andrés Roca Rey pero el que se lleva el gato al agua ha sido Paco Ureña, con el mejor lote. Después de recibir un golpazo en el tórax, quizá con fractura de alguna costilla, corta las orejas al último –uno de los grandes toros de la Feria– y, después de su percance, cumple, al fin, su sueño de abrir esta Puerta Grande. Sin quitarle mérito, hay que reconocer que el público madrileño lo ha «adoptado» totalmente –igual que a Diego Urdiales–, mientras que mide con rigor escrupulos­o a Roca Rey y al Juli. Así ha sido siempre esta Plaza. Los toros de Victoriano del Río han dado un juego desigual; varios, justos de fuerzas, mansos y con genio. Los dos de Ureña, excelentes; sobre todo, el último, merecedor de mayor premio: no entiendo por qué no se le ha dado la vuelta al ruedo. Tampoco entiendo que, por un pinchazo, antes de la estocada, no se le haya concedido un trofeo a Ureña, en su primero. Si vemos cómo está la política nacional, no es extraño que, también en los toros, falte criterio.

Después de varias jornadas emocionant­es, el nivel de interés de la Feria había bajado mucho esta última semana, con toros mansos y carteles mediocres. Felizmente, la Feria concluye «en punta», como una sinfonía romántica, con la presencia de los jóvenes que, ahora mismo, más interés suscitan: el sábado, Roca Rey; el domingo, Pablo Aguado. En términos valenciano­s, una verdadera «mascletá».

El ingenio de Simón Casas ha bautizado a ésta como la «Corrida de la Cultura»; supongo que por reunir a un diestro francés con un español y un peruano. En realidad, todas lo son: de la cultura taurina, que es parte importante de la gran cultura española. Todo sea por proclamar una realidad evidente: la dimensión internacio­nal de la Fiesta, aunque, en el mundo entero, se reconozca como seña de identidad de la cultura española. (¿Servirá alguna vez esta dimensión universal de la Fiesta para que se presente a la Unesco la petición de que sea declarada integrante del Patrimonio

Cultural Universal? Supongo que no: se podía haber hecho desde la Ley de 1913 y ningún Gobierno, de uno y otro partido, se han atrevido).

Toro sin fuerzas

Castella no ha llevado una buena Feria, ni con Jandilla ni con Garcigrand­e. El primero, bien armado, humilla y repite pero flaquea y surgen las protestas. Hacer el poste, por alto, no ayuda a un toro con las fuerzas justas. (Como si a alguien, al que le duele la espalda, le hacen que coja algo de un estante alto). En esa serie se ha dejado sus pocas fuerzas: se cae y se para. Muy en corto, el trasteo resulta anodino y le tropieza el engaño. Aunque logre algunos muletazos suaves, alargar esta faena no tiene sentido. Cuando va a entrar a matar, se escucha un sabio consejo: «¡Mátalo!» Le hace caso pero a la segunda y trasero. En el cuarto, después de las inevitable­s chicuelina­s, el toro hace hilo, en banderilla­s; se mueve, repite, puntea la muleta. El voluntario­so trasteo no cuaja y acaba impacienta­ndo, cuando el toro se raja a tablas. (Cañabate hablaba de los toreros que «nos muelen a muletazos»). Mata mal.

Paco Ureña ha demostrado estar totalmente recuperado de su percance, en lo físico y en lo anímico: cortó una oreja de un toro de Juan Pedro y otra de un Alcurrucén. Ha tenido suerte con los toros pero la ha aprovechad­o. Juega bien los brazos a la verónica en el segundo; se luce el picador Juan Francisco Peña. Recurre Roca Rey a las chicuelina­s (¡qué le vamos a hacer!) y casi se lo lleva por delante. Las suaves verónicas y la media abelmontad­a de Ureña alcanzan más eco. El toro, encastado, transmite emoción. Comienza sentado en el estribo; mejora en la línea clásica: naturales de frente, dando el pecho. En un muletazo, el toro se le queda debajo y lo engancha por el tórax. Todavía consigue naturales suaves. La faena ha conjugado calidad y emoción pero pincha antes de la buena estocada y le niega el Presidente la oreja: no sé por qué. Toda la vida, esa faena era de oreja. Parece, a veces, que algunos Presidente­s le tienen miedo a la posible reacción del sector exigente… Ureña pasa a la enfermería, en me«El

Fin de Fiesta La Feria concluye «en punta» con los jóvenes que más interés suscitan: Roca Rey y Pablo Aguado

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