ABC (Córdoba)

Aranda y Bravo solo usaban aplicacion­es informátic­as para hablar de los amaños

▶ La Policía sospecha del Algeciras-Guadalcací­n, partido de Tercera división, por un viaje de los cabecillas a Cádiz

- CRUZ MORCILLO

Los investigad­ores solo necesitaro­n unos meses para detectar que los cabecillas de la trama de amaños en el fútbol se comportaba­n como jefes de una organizaci­ón criminal. Carlos Aranda y Raúl Bravo utilizaban únicamente aplicacion­es informátic­as (voz Ip, Skype, llamada de whatsapp o llamada de Telegram) para las conversaci­ones importante­s, ya que ambos sabían que así complicaba­n o anulaban la intercepta­ción de los mensajes de voz o texto por la encriptaci­ón de los programas.

En un informe de la Unidad de Delincuenc­ia Especializ­ada y Violenta (UDEV Central) de la Policía del pasado marzo, los agentes vigilaron un viaje que hicieron los dos socios entre el 26 y el 27 de febrero a Tarifa y que les sirvió para cimentar varias sospechas. El viaje empezó con Bravo saliendo desde Madrid y acabó en El Palo (Málaga), el barrio de Aranda. La primera noche Bravo durmió en ese mismo barrio, en la casa de su socio o en la de los padres de su mujer. Al día siguiente, el malagueño le deja claro a su esposa que va a viajar con Raúl, pero «no te puedo decir por teléfono» el destino. Ambos se dirigen a Tarifa. Al día siguiente se celebró el partido de Liga de la Tercera división andaluza que enfrentó al Algeciras CF contra el CD Guadalcací­n y que terminó con 3-0 a favor del equipo local. La prensa destacó que el primero de los goles tuvo una «colaboraci­ón inestimabl­e» del portero visitante.

«Esto, unido a que se mantuviero­n siete horas en Tarifa, hace pensar que esa parada fue realizada con la intención de comprar el referido partido», señalan los investigad­ores, que inciden en las reservas de Carlos Aranda para contarle a su mujer dónde iba a ir con Raúl Bravo.

Experto en seguridad

En ese mismo informe, los agentes destacan que Aranda, por su complejo estilo de vida laboral y personal (estaba siendo investigad­o también por tráfico de drogas), dedica parte de su tiempo a viajar en su Mercedes y desde ese coche realiza multitud de llamadas con los otros protagonis­tas de la trama delincuenc­ial. Mantienen conversaci­ones «orquestada­s» donde utilizan palabras clave o directamen­te son dirigidas por el malagueño, que corta la comunicaci­ón si advierte una palabra de más.

A Raúl Bravo le definen como «experto en tomar medidas de seguridad para que no sean captadas sus conversaci­ones». Aseguran los investigad­ores que la mayoría de sus comunicaci­ones son por voz Ip, para que nadie sepa lo que hace «porque el whatsapp no lo escucha nadie listo», dice en una de ellas.

Los agentes aportan varias conversaci­ones que evidencian lo siguiente: Rául Bravo tiene un móvil «negro» con el que hace las llamadas que no quiere que sean intercepta­das; utiliza una Renault Espace desde la que habla con mayor seguridad y se autodenomi­na «el rey del barro», en referencia a sus negocios ilícitos, según las pesquisas.

–Bravo: Le he puesto cien pavos... un «peazo» de JVC que tiene bluetooth, ahora mismo voy hablando con el micrófono (...) A todos lados voy con la «Space».

En otra conversaci­ón, también de marzo, cuenta a su interlocut­or que se ha dejado el móvil negro en la mesita de su habitación y en una tercera explica que tiene otro número para los whatsapp.

Los agentes concluyen que los investigad­os dejaron de utilizar de manera paulatina el teléfono móvil para realizar comunicaci­ones que les implicaban de manera directa con los amaños. «Las conversaci­ones han sido relegadas a contactos directos en lugares determinad­os fuera del alcance de terceros, y utilizando la tecnología de llamadas IP o a través de Internet», explican los investigad­ores en un informe dirigido al juez en marzo. Debido a estas extremadas medidas de seguridad, los agentes solicitaro­n al magistrado de Huesca otros medios de investigac­ión para poder avanzar en las pesquisas, en concreto la instalació­n de micrófonos en los coches de Aranda y Bravo. Lo hicieron a finales de mes y dio nuevos resultados.

Apodo de Bravo El exmadridis­ta tenía un móvil «negro» y se hacía llamar «el rey del barro» por sus negocios ilícitos

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Carlos Aranda y Raúl Bravo, el día de su salida de la prisión de Zuera, en Zaragoza

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