Barniz para un antiguo convento
La comunidad de clarisas retoma la reforma del histórico edificio de Santa Cruz con la restauración de la Casa de Triana, que acogerá más celdas
CÓRDOBA
En San Pedro, en la calle Agustín Moreno, se alza el histórico Convento de Santa Cruz. Sus orígenes datan del siglo XV aunque su arquitectura actual es resultado de ampliaciones que fueron añadiendo nuevos espacios durante al menos los tres siglos siguientes. Al edificio principal se le suman una serie de casas patio que en su día fueron dependencias conventuales y conforman una pequeña ciudad de irregular trazado, algo habitual en los cenobios. La clausura de los monjes y las religiosas restringe todo su mundo al espacio del convento. De ahí los espacios para la intimidad, para la comunidad y también para el trabajo.
El cenobio tiene una convulsa historia reciente. En 2009, la deuda que la comunidad de hermanas clarisas mantenía con una entidad bancaria estuvo a punto de suponer su desahucio. La situación se salvó. No es el único frente abierto que tenía la comunidad en Córdoba, que en 2016 se despidió del barrio de Santa Marina, donde habitaban el convento de Santa Isabel de los Ángeles. Las hermanas fueron trasladadas a otros cenobios de la orden, entre ellos al de Santa Cruz. En un momento en el que los conventos luchan por su supervivencia ante la crisis de vocaciones, las comunidad de San Pedro se expandió.
El paso del tiempo no ha sido benévolo con este vetusto edificio. La responsabilidad de proteger y conservar un inmueble histórico sumada a la necesidad de disponer de nuevos espacios
para las labores del convento bastan para comprender los esfuerzos que las clarisas están haciendo para devolverle el lustre al monumento que es además su hogar. En los últimos años han sido varias las actuaciones desarrolladas en el equipamiento, sufragadas con donaciones y las ganancias que obtienen de las labores de lavandería, hospedería y repostería que realizan y las hacen célebres en al ciudad. También a alguna que otra subvención como la que les permitió arreglar el Palacete Barroco, que se cedió al Ayuntamiento para darle un uso cultural y actualmente está sin uso. El Consistorio nunca pagó su parte.
La última reforma que han impulsado la costearán las monjas a pulmón y supondrá el arreglo de una de esas casas patio que conforman el conjunto arquitectónico. La más importante y también, a causa de su abandono, la que precisa de las actuaciones más urgentes: la Casa de Triana. El inmueble lleva cerrado a cal y canto desde los años 80. Desde entonces el deterioro ha ido a más, sin más intervenciones que algún arreglo puntual. Una inversión de 250.000 euros pretende devolverle el brillo a este edificio, que las monjas quieren recuperar para su uso monacal. En el inmueble se instalarán celdas para las hermanas pero el objetivo a largo plazo es trasladar a la casa el horno con el que elaboran sus famosos dulces, para acercarlo al torno que usan para su venta. Esa misión requerirá de una segunda fase. Por ahora basta con salvar el histórico edificio del derrumbe.
Obras
La ambiciosa reforma del cenobio se realiza por fases, costeada por la comunidad religiosa