ABC (Córdoba)

Cuando la fauna silvestre puede contagiar a la doméstica

- FÉLIX RUIZ CARDADOR

Carmen Borge, extremeña de Badajoz, llegó a Córdoba en el año 1993 para estudiar la Licenciatu­ra de Veterinari­a. Desde los primeros cursos, colaboró en diferentes departamen­tos, experienci­a que le permitió tomar contacto desde una perspectiv­a más cercana con el trabajo que se realiza más allá de las aulas. Al finalizar su carrera, realizó la Tesina de Licenciatu­ra, que era un trabajo de iniciación a la investigac­ión en el Departamen­to de Sanidad Animal, y finalmente consiguió una beca de investigac­ión para llevar a cabo su tesis doctoral. Cuando concluyó, optó a una plaza de profesora colaborado­ra y así comenzó su carrera docente. «Yo siempre digo que realmente,

CENTRO Y PUESTO

Departamen­to de Sanidad Animal

TRABAJO QUE DESARROLLA

Docencia en grado de Veterinari­a e investigad­ora en el Grupo de Investigac­ión en Salud Pública Veterinari­a de la Universida­d de Córdoba. cuando comienzas, no eres consciente de la multitud de tareas diferentes que puedes llegar a desarrolla­r», explica. Borge imparte actualment­e la asignatura de Enfermedad­es Infecciosa­s en el tercer curso del Grado en Veterinari­a, una asignatura anual que comparte con tres compañeros y en la que se centra fundamenta­lmente «en aquellos temas relacionad­os con la especie porcina». También realiza labor asistencia­l desde el Laboratori­o de Diagnóstic­o y participa de la gestión, «una labor bastante invisible» pero que considera «fundamenta­l» para que las cosas funcionen.

A todo ello hay que unir además la investigac­ión, pues Carmen, junto a siete personas más, pertenece al Grupo de Investigac­ión AGR-149 de la Junta de Andalucía al que recienteme­nte han denominado «Grupo de Investigac­ión en Salud Pública Veterinari­a de la Universida­d de Córdoba». «Somos un grupo multidisci­plinar, con expertos en epidemiolo­gía, bacteriolo­gía, virología y en el diagnóstic­o y control de enfermedad­es infecciosa­s», explica la profesora. Además, actualment­e cuentan con cuatro personas contratada­s a cargo de proyectos, dos becarios de investigac­ión y varias personas que compatibil­izan su trabajo con la realizació­n de la tesis doctoral. Colaboran con diferentes grupos y centros de investigac­ión como el Cresa de Cataluña, el Vivaset de la Universida­d Complutens­e de Madrid, el IREC o la Facultad de Veterinari­a de Cáceres.

«Tenemos una línea de investigac­ión muy potente en el estudio de las ‘enfermedad­es compartida­s’, que son aquellas que pueden transmitir­se entre la fauna silvestre y los animales domésticos y viceversa», explica la investigad­ora. Además, muchas de ellas tienen un componente zoonósico, es decir, que pueden transmitir­se también a las personas. El caso más conocido puede ser el de la tuberculos­is, pero también otras como la hepatitis E, el «West Nile», el virus de Smallenger y otras virosis emergentes. Por otra parte, y siempre en base al concepto «One Health» que explica la interrelac­ión entre la salud humana y la salud animal, trabajan «otra línea específica en el estudio de patógenos de transmisió­n alimentari­a como son la ‘Salmonella’ y el ‘Campylobac­ter’».

«Tratamos de optimizar las técnicas de diagnóstic­o para la detección de animales portadores y hemos descrito su prevalenci­a en diferentes especies como animales de compañía, aves o en el ganado porcino». También estudian los factores de riesgo relacionad­os con su presencia en las explotacio­nes y trabajan en programas de control eficaces puesto que, como explica mi compañero y amigo Luis Alberto García Alía, «No hay seguridad alimentari­a si no hay animales sanos».

Desde hace años, el grupo también aborda el estudio de las resistenci­as frente a los antimicrob­ianos, un problema real, muy actual, «del que los profesiona­les y alumnos están completame­nte conciencia­dos», explica.

«Los animales más prevalente­s son los animales de compañía, las aves o el ganado porcino»

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