Desbarata el pacto de la candidata de JpC con el PSC en Santa Coloma de Farners
El mapa de los pactos municipales en Cataluña ha arrojado un mosaico de los más variado. Excepto casos como el de Barcelona, donde el factor «procés» ha sido determinante, en la mayoría de las ocasiones ha prevalecido el factor local. Se han visto alianzas de todo tipo, y también se ha hecho evidente en muchos lugares una lucha descarnada entre una pujante ERC y un Junts per Catalunya a la baja.
A la hora de pugnar por la alcaldía no ha habido frente republicano que valiese, y el independentismo, que llegó a especular con otro 14 de abril del 31 –la proclamación de la II República tras unos comicios locales–, ha acabado luchando a brazo partido por hacerse con la hegemonía municipal. Esa división en el campo «indepe» fue demasiado para el presidente de la Generalitat, Quim Torra, que decidió intervenir de manera directa para que en su pueblo, Santa Coloma de Farners (Gerona), no cuajase un acuerdo de gobierno entre Junts per Catalunya, el PSC y un grupo de independientes. ERC, ganadora de los comicios, se iba a la oposición. Torra, que lleva semanas preconizando, sin éxito, que en los consistorios se priorizasen los acuerdos entre las fuerzas independentistas, veía como en su propia casa no le hacían ni caso.
Sesión aplazada
El acuerdo entre JpC y socialistas para que Susagna Riera fuese elegida alcaldesa estaba cerrado cuando ayer por la mañana se iba a celebrar el pleno en Santa Coloma de Farners. En medio de una gran tensión, los ediles de ERC aseguraron que la noche anterior el presidente Torra les había llamado para invitarles a formar gobierno con JpC y así vetar la presencia de los socialistas, pecado mortal, en el gobierno. Torra. El lío ya estaba armado, en una escena surrealista a la que contribuyeron familiares directos del propio Torrra, que llegaron a descolgar su retrato del salón de plenos, como si tratasen de evitar que viese semejante traición a Cataluña. El público increpó a los ediles y Riera, a punto de cometer el pecado de aliarse con el PSC «del 155», como le recordaron los vevinos, se justificó asegurando que ella se debía al presidente Puigdemont, y no a su vicario, Torra, informa Efe.
La trifulca fue de tal magnitud que los ediles acordaron suspender el pleno y dejarlo para la noche. Con los ánimos ya más sosegados, las llamadas al orden del president surgieron efecto, y JpC y ERC se presentaron al pleno con acuerdo: dos años de alcaldía para cada uno. La unidad «indepe», Torra mediante, estaba a salvo.