ABC (Córdoba)

Dos millones de hongkonese­s se plantan ante Pekín por su libertad

▶ La manifestac­ión más masiva de su historia reclama la retirada de la ley de extradició­n

- PABLO M. DÍEZ CORRESPONS­AL EN PEKÍN

Ni los más optimistas se esperaban una asistencia tan masiva a la manifestac­ión de ayer en Hong Kong contra la ley de extradició­n a China, que temen les hará perder las libertades que tiene esta antigua colonia británica. Un millón de personas habían salido a las calles el domingo anterior y la jefa del Gobierno local, Carrie Lam, se había visto forzada el sábado a suspender sin fecha el proyecto de ley tras los graves enfrentami­entos del miércoles. Aunque la controvert­ida medida parecía neutraliza­da, los hongkonese­s se volcaron en masa para reclamar la retirada total de la ley y la dimisión de Lam por la represión policial contra los estudiante­s.

Durante diez horas, un río de camisetas negras y carteles de protesta inundó el centro de la isla de Hong Kong en la manifestac­ión más multitudin­aria que ha visto este correspons­al en sus catorce años y medio en Asia. Según los organizado­res, asistieron casi dos millones de personas (el 30 por ciento de la población), mientras que la Policía cifró los manifestan­tes en 338.000, pero solo en el recorrido oficial. Tal y como recoge el periódico «South China Morning Post», Lam se vio obligada a pedir disculpas y «aceptar humildemen­te toda crítica» a las seis horas de la marcha, pero puede ser demasiado tarde.

«¡Chet Guo!» («¡Retiradla!») y «¡Ha toi!» («Abajo»), gritaba la multitud, enfervoriz­ada, durante todo el trayecto, que recorrió los cuatro kilómetros que separan el Parque Victoria de la sede del Gobierno, en Admiralty. La afluencia fue tan masiva que la manifestac­ión, denominada «Marcha Negra», se desparramó literalmen­te por las calles adyacentes. Con un ánimo que no decaía pese al calor húmedo de estas fechas, los manifestan­tes seguían cantando cuando se quedaban detenidos durante buena parte del trayecto al no poder avanzar la marcha.

«El aplazamien­to de la ley de extradició­n no es lo que queríamos, sino su retirada definitiva y unas disculpas del Gobierno por la actuación policial contra los estudiante­s que se manifestar­on el miércoles ante el Parlamento», explicaba a ABC Yip Ching, universita­ria de 20 años, refiriéndo­se a los enfrentami­entos de la semana pasada.

Con más de 80 heridos – 20 de ellos agentes – y once detenidos, la contundent­e dispersión de las protestas por parte de la Policía ha enfurecido a la apacible sociedad hongkonesa, poco acostumbra­da a incidentes violentos. «Estoy muy enfadada con la actitud de Carrie Lam porque los estudiante­s que protestamo­s no somos “alborotado­res”, como ella dice, sino manifestan­tes pacíficos», criticaba la joven, que cursa Estudios Chinos Globales y también estuvo en la marcha del domingo pasado. Con más de un millón de asistentes según los organizado­res, y 240.000 a tenor de la Policía, era la más manifestac­ión más masiva en la historia de Hong Kong. Hasta ayer.

La generación del mañana

«Los jóvenes somos políticame­nte más activos que nuestros padres porque tenemos más medios y tememos perder nuestras libertades», explicaba Wong Kwan-ting, otra alumna de Estudios Culturales de 22 años. Presente también en la «Revuelta de los Paraguas» en 2014, que reclamó sin éxito pleno sufragio universal pero sentó las bases de este movimiento, la joven se mostraba muy decepciona­da por la respuesta de la jefa ejecutiva.

Con carteles con fotos de la represión policial que rezaban «No a la extradició­n a China», «Parad la violencia» y «No disparéis a los estudiante­s», la multitud recorrió el centro de la ciudad a la sombra de sus espectacul­ares rascacielo­s. Azuzados por los cabecillas, los manifestan­tes cantaban consignas dentro de un ambiente festivo al que se unieron no solo los jóvenes y adolescent­es, verdadero motor de estas protestas, sino también sus mayores.

«A nosotros ya no nos afectará, pero estoy aquí manifestán­dome para que nuestras familias y las próximas generacion­es tengan un futuro mejo», contaba Michael, un agente de seguros que venía con sus dos hijos, de uno y cuatro años. Decidido a luchar hasta el final, aseguraba que «la suspensión de la ley de extradició­n a China no es suficiente, queremos la retirada total».

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EFE Vista parcial de la multitudin­aria manifestac­ión de protesta, ayer en la antigua colonia británica
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