Un crimen con ideología
Aprovechando que la Justicia corrige su error en el conocido como «crimen de los tirantes», quizá podamos nosotros, la prensa, corregir la romántica palabra que se aplica a Rodrigo Lanza: el antisistema. Ser antisistema es otra cosa. Pueden ser muchas cosas. Querer cambiar el sistema electoral, por ejemplo. Lo suyo es más bien una forma violenta y radical de extremismo de izquierdas, algo que constantemente se envuelve en palabras-papel de regalo como «antisistema» o «antifascista». Un primer paso quizá sea «desprefijarlas» o repensarlas. Porque, ¿son de verdad antisistema? Están en su mismo centro publicitario, o muy cerquita, más bien al lado. Serían, en todo caso, «parasistema». Caracterizado como tal tenía Lanza más probabilidades de salir en la tele o llegar a diputado que en su modosa versión judicial de ciudadano con decoro burgués.
El veredicto en este segundo juicio tiene importantes y saludables efectos. Además de aliviar nuestro recelo al jurado, institución que alguien definió una vez como la reunión de una docena de hombres para decidir quién tiene mejor abogado, la sentencia hará justicia a la víctima, Víctor Laínez, a sus familiares y amigos, sofocará el escándalo social que provocó la condena inicial (cinco años), y al elevar la pena de cárcel mantendrá a buen recaudo a un individuo peligroso.
Pero no acaba ahí. El jurado ha señalado la existencia de motivos ideológicos como agravante en la conducta criminal de Lanza. Por tanto, puede decirse que la ideología de este individuo ha matado y mata en España, y esto debería empezar a tener efectos en el discurso público. La izquierda radical agrede, intimida y a veces mata, y los excesos verbales levógiros no caen en los oídos de osos amorosos, unicornios solidarios o gusiluces keynesianos. Hay un radicalismo acreditado y las palabras pueden ser combustible, de modo que incontinentes profesionales y crispadores calculados como la ministra Calvo, que ayer llamó «fascismo organizado» a la tercera fuerza política española, o el ponzoñoso Echenique, con bula para degradar el debate público, por citar dos lamentables ejemplos, deberían empezar a moderarse, verbo que sólo se conjuga en una dirección.
La existencia de una propaganda favorable a eso que llaman lo «antifa» se suma al ya tradicional clima de persecución de lo nacional en ciertos lugares de España. La violencia por motivos ideológicos existe. Este veredicto nos lo recuerda. Quien, sabiéndolo, continúe con sus excesos verbales será algo más que un irresponsable.
Rescate en Dover (Reino Unido) de inmigrantes procedentes de las costas francesas