Torra, minoría absoluta
Como en las grandes ocasiones judiciales, en las que suele ocupar el banquillo de los acusados, el separatismo se unió ayer para escenificar su rechazo a la represión de la que dice ser víctima. Cada uno va por su lado desde hace meses y busca compañeros de viaje para sus respectivas hojas de ruta, muy divergentes, pero ayer se pusieron de acuerdo para montar ante el Tribunal Supremo un frente nacionalista que no deja de ser una postal del pasado. En defensa de Quim Torra, su abogado aseguró ayer que el todavía presidente de la Generalitat
catalana fue inhabilitado por pertenecer a «una minoría nacional» y ser objeto de un trato que lo margina y excluye de las instituciones. En caso de que el Supremo confirme la pena de inhabilitación de Torra –más que probable, ya que el propio condenado reconoció con altanería su delito–, el presidente de la Generalitat dejará de serlo en el momento en el que se dicte sentencia y el Tribunal Superior de Cataluña ordene ejecutarla. Es cuestión de días, pero Torra se encastilla y victimiza. «No seré yo quien en este momento tan crítico para el país lo aboque a una carrera electoral irresponsable», asegura mientras Cataluña se enquista en el desgobierno y la ausencia de horizontes. Los que se divisan son exclusivamente penales.
Quim Torra, a su llegada ayer al Tribunal Supremo, junto al vicepresidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès