La Cátedra Góngora vuelve con el romance y la abeja como símbolo
La Cátedra Góngora volvió ayer a arrojar luz sobre la obra del poeta cordobés. Lo hizo con seminario online que terminará hoy que trajo dos conferencias. La secretaria de la Real Academia Española, Aurora Egido, aseguró ayer que «Góngora llevó a sus últimos extremos el modelo de las abejas en toda su obra, trasladando a sus versos la dulzura, la armonía y hasta los placeres gustativos y táctiles de una imagen que identificó además el proceso poético con el amoroso».
En «Las mieles poéticas de Góngora», Aurora Egido reveló «cómo se difundió la figura de Cupido-abeja, lo que permitió generar un amplio abanico de imágenes eróticas, unidas a otras de carácter moral, político y religioso». Después, «el tema se elevó a lo divino y se rebajó a lo humano, generando una curiosa simbiosis entre naturaleza y arte, que, en el caso del poeta cordobés, supondría la defensa de la oscuridad y la utilidad del placer».
Por eso «Góngora demostró que no hay géneros ni metros mayores o menores, pues la calidad poética podía alcanzarse por igual en los romances que en las octavas o las silvas». «Como dijo Rafael Alberti, las abejas son los guardianes de los secretos de los poetas y, en el colmenar literario, del Siglo de Oro, Góngora se convirtió en auténtica abeja reina», insistió.
Tradición
La tradición es larga, porque también «Horacio y Séneca las propusieron como ejemplo de la imitación compuesta, convirtiéndolas en modelo de apropiación: el escritor debía libar de los autores para así producir su propia miel».
Por otro lado, el profesor Mariano de la Campa intervino con una conferencia titulada «Góngora y el Romancero nuevo», con la que ha trató de acercarse «a la producción poética en metro romance del autor cordobés en la etapa que va desde 1580 hasta 1605».
Sobre esta gran cantidad de obras, Mariano de la Campa manifestó que «da idea del éxito creciente de Góngora en los años finales del siglo XVI y cómo a principios del siglo XVII se le consideraba uno de los mejores poetas en lengua castellana». Además, señaló que «también se ve cómo sus romances, desde que empieza a escribirlos con 19 años, suponen una renovación y, a veces, una revolución a finales del siglo XVI, y avanzan lo que años más tarde le convertirá en el sumo poeta del barroco literario».