Salir ahí
Madrid vive, Madrid está contenta, todo el mundo quiere salir a cenar en Madrid. En lógica correspondencia, también Madrid sangra y muere. ¿De qué otra manera podría ser? Lo que importa de Madrid es la vida y no la muerte. Vida gloriosa, vida nerviosa y directa a la vena, vida tan trágica a veces que me pregunto: ¿Pero tú, Dios, dónde estás? Los restaurantes, los bares, las terrazas. Los suburbios, la economía sumergida, los zulos y la inmigración hacinada. Madrid es todo lo que es a la vez y todo lo es con emergencia. Cada noche es una final. Cada mañana se decanta la jornada y te quedas sin nada si no bajas a pelearla. Así se forjan las ciudades, la Civilización; así avanza la Humanidad. Sin ciudades con tensión no hay vacuna del Covid, ni tecnología, ni esperanza. ¿Nos contagiamos? Claro que nos contagiamos. Nos contagiamos porque estamos vivos, porque vivir ensucia y desgasta, porque todo lo importante sucede en el alambre y ya tendremos entera la eternidad para estar muertos. Madrid vive al límite y tiene que continuar viviendo como sólo ella sabe. Si te dicen que Nueva York es la ciudad que nunca duerme, es que te mienten. Sólo Madrid está siempre abierta y así tiene que ser. Si lo que preocupa es la tensión hospitalaria, que reabran Ifema. Y que construyan otro, y si no basta, el tercero. Deslumbramos al mundo en abril. Seguro que podemos volver a hacerlo. Tenemos que evolucionar con la pandemia, crecer con ella. Escondernos no será nunca la solución de los hombres libres. ¿Existen riesgos? Claro que existen riesgos. Vivir es el riesgo. Es mucho más segura la muerte. El confinamiento de los barrios polémicos tiene que animar al Madrid droite a salir y a gastar mucho más para celebrar lo que aún nos queda. Hay que ponerle más caviar a todo, más vida, más champán: más Madrid. Hay que cantar todo el repertorio y presumir de luz contra la tiniebla. Que se confine a algunos vecinos que de otro modo es muy difícil que se queden en casa puede ser un parche temporal, aunque yo no soy en absoluto partidario de que la libertad limite con nada más que con la responsabilidad individual –con todas sus consecuencias, claro–. Pero la gran respuesta que Madrid tiene que dar a esta crisis, y a cualquier otra circunstancia, es la de capital tirando de las provincias. La muerte es inevitable pero no vivir es suicidarse. La salud es la condición pero la esencia es la economía. Son más solidarios, más útiles y muchísimo más necesarios los ricos que gastan y mueven el mundo con su gasto, que los socialistas y los comunistas que destruyen la prosperidad y por lo tanto la vida con su regulación y sus impuestos. Yo entiendo que te impresionen las cifras de contagiados y muertos, pero no podemos reaccionar como siervos si queremos continuar siendo hombres vertebrados y libres. La solución es siempre la misma: trabajar mucho, hilar muy fino, defender a tu familia y salir ahí a defender lo hermoso y la alegría.