ABC (Córdoba)

CURA DE HUMILDAD

- LUIS DEL VAL

Hace unos pocos segundos o un par de minutos cósmicos, es decir, a principios del siglo XVII, todos nuestros tatarabuel­os que sabían leer y escribir estaban convencido de que el planeta Tierra era el centro del Universo y, a su alrededor, giraban el Sol, la Luna y las estrellas. Un individuo, nacido en Pisa en el siglo XVI, desmontó el geocentris­mo y salvó la vida rectifican­do su teoría cierta de que la Tierra giraba alrededor del Sol. A partir de ahí hemos ido de asombro en asombro, al descubrir que cada estrella es un sistema solar, que hay 200.000 millones de estrellas sólo en nuestra galaxia, y que las galaxias superan los dos billones (con be de billón). Para tipos que hace cuatrocien­tos años pensábamos que la Tierra era única ha sido difícil de asumir, y sus dimensione­s retan a nuestra imaginació­n. Ha sido algo así como estar bañándonos en una pequeña piscina familiar y, de pronto, que nos dejaran en medio de un océano.

La fantasía siempre fue por delante de las matemática­s, y los relatos de seres extraterre­stres se produjeron mucho antes del cálculo razonable de las enormes dimensione­s del Cosmos. Con esas matemática­s, y basados en la estadístic­a, es probable que en algún planeta se haya producido algún tipo de vida, aunque no seamos capaces de teorizar de qué elementos químicos podría surgir.

Una tarde, en su apartament­o de la calle Escultor Miguel Ángel, le pregunté al doctor Severo Ochoa si podría aparecer vida a partir de otros elementos que no fueran el carbono, el oxígeno y el hidrógeno. Se quedó pensativo un rato, y me dijo: «Tendría que ser un elemento muy abundante en cualquier planeta. Tal vez a partir del azufre». Aquella respuesta me excitó, y me la ha recordado ese vestigio de posible vida en Venus, que, en dimensione­s galácticas, es un barrio cercano, a la vez que me pregunto cómo será una mosca, un calamar o un ser de vida inteligent­e a partir del azufre.

Calculando lo que se tarda en encontrar un taxi en día de lluvia, o el tiempo que hay que esperar para que te entreguen el resultado de un análisis de Covid-19, no creo que las generacion­es empadronad­as hoy en este pequeño planeta vayan a recibir la visita de un ser inteligent­e, que a lo mejor es una bola que transmite pensamient­os, sin nada que ver con los individuos más raros que hayamos conocido, pongamos Donald Trump o un secesionis­ta catalán. Tuvieron que pasar 4.000 millones de años para que surgiera un tipo como Beethoven o la madre Teresa de Calcuta, pero también han nacido personas como Adolfo Hitler o ese vecino que siempre tiene una enfermedad más importante que la de cualquiera. Que no hubiese vida en ninguno de los dos billones de galaxias sería tan desproporc­ionado como que, en todo el Pacífico y en todo el Atlántico, sólo hubiese un par de sardinas y media docena de almejas. Pero no sabemos a cuántos millones de años luz se encuentran, ni su aspecto, ni su organizaci­ón, ni su conducta, aunque nos venga bien, de vez en cuando, observar nuestra insignific­ancia y someternos a una somera cura de humildad.

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ABC La superficie de Venus, en la que se ha hallado una sustancia, la fosfina, que pueden producir ciertos microbios en circunstan­cias extremas
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