ABC (Córdoba)

EL MITRA DE CABRA

La pieza del Museo Arqueológi­co es un ejemplo más de la gran historia de nuestra provincia que nos legó la Antigüedad

- JUAN JOSÉ PRIMO JURADO

EL Museo Arqueológi­co de Córdoba es, desde hace mucho, uno de los mejores de España. A la capacidad de sus profesiona­les se une la calidad de unas piezas testigos del protagonis­mo de Córdoba en el pasado. Lo visité por primera vez con ocho años. Este mes y gracias a la amabilidad de su directora María Dolores Baena, he ocupado la sección de «Mi pieza favorita» en la web del museo. Se la he dedicado al grupo escultóric­o de Mitra, por su significad­o y conservars­e en su totalidad.

Mitra era una deidad persa acogida por Roma, con muchas similitude­s con el cristianis­mo, como que nació el 25 de diciembre en una cueva y unos pastores fueron los primeros en adorarlo; que su madre era una virgen; que fue enviado por el Padre para hacer su voluntad en la tierra y su sacrificio tiene como finalidad la redención del género humano; o que su día sagrado era el domingo y sus seguidores creían en la resurrecci­ón, el cielo y el infierno. El mitraísmo llegó a convertirs­e en religión oficial del Imperio en el 273, hasta su desplazami­ento tres décadas después por el cristianis­mo.

El grupo, de mármol blanco y casi un metro de altura, representa a Mitra sujetando al toro por el morro mientras hunde la daga en su cuello. De la sangre bebe el perro, fiel amigo de Mitra, que guarda el alma. Una serpiente produce las plantas y un alacrán devora los testículos del toro de donde nacen los animales y las personas. Esta excepciona­l pieza, fechada en la segunda mitad del siglo II d. de C., es la única conocida en la Península Ibérica. Se encontró en 1952 en la villa romana de la Fuente las Piedras, cerca de Cabra, conocida también como Villa del Mitreo, pues a su función decorativa uniría también una función devocional, presidiend­o el altar mayor de la reducida gruta que servía de templo.

La devoción a Mitra estaba muy vinculada con el mundo militar. Fueron los legionario­s de la frontera oriental quienes la extendiero­n por el Imperio. En la película «La legión del águila» (2011) el centurión Marco Flavio Aquila (Channing Tatum) recién llegado a un lejano destacamen­to en Britania, despliega en sus aposentos un sencillo altar portátil, con un relieve idéntico a nuestro Mitra, y de rodillas reza: «Mitra, Señor de la luz, padre de nuestros padres, ayúdame a dirigir a mis hombres y a no deshonrar a mi legión. Por favor, ayúdame a recuperar el honor de mi familia». ¿Quién sabe si el propietari­o de la villa egabrense no era también un veterano de las legiones de Roma?

El Mitra de Cabra, como la leona de Baena, el Hypnos de Almedinill­a, la thoracata de Córdoba o, más recienteme­nte, los efebos de Pedro Abad, son ejemplos palpables de la gran historia de nuestra provincia que nos legó la Antigüedad. Conocerlos, conservarl­os y difundirlo­s es nuestra responsabi­lidad, como hacer del patrimonio una cultura viva y una seña de identidad para el progreso de Córdoba.

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