Solidaridad
Cristo. Y entiendes que ayudar a las almas es hacer lo que tienes que hacer. Podía haber estado de capellán en una cárcel, de confesor de unas monjas o de director de un colegio.
—Y usted prefiere esto.
—Sí. Porque entiendo que estoy donde Dios quiere que esté. Por tanto, siempre voy a estar en el mejor lugar del mundo.
—O sea, usted no toma las decisiones.
—[Se vuelve a reír] Bueno, las decisiones son consultadas.
A todos los rincones —¿Cáritas llega donde no llega el Estado?
—Totalmente. Cuando llegó este problema, el Ayuntamiento hizo muy bien. Pero actuó de coordinación, sobre todo. Ha sido Cáritas quien ha llegado a todos los rincones, incluso en nombre del Ayuntamiento, que me llamaba directamente a mí. Y nosotros, muy gustosos, nos hemos puesto en contacto con la familia a la que tienes que ayudar. Cáritas llega a todas las parroquias, a todas las aldeítas, a todas las periferias de los barrios más pobres.
—En la pandemia, ¿la amenaza siempre viene del otro?
«¿Jesucristo pescaría hoy almas en Twitter? Sí, como lo hace el Papa»
—Físicamente sí, pero espiritualmente hay mucha cercanía. Es la enfermedad del miedo, que impera ahora en todos los ámbitos.
—¿Volveremos a abrazarnos?
—Sí. Y más fuerte.
—¿Solo de botellones vive hoy la juventud?
—El botellón es una parte mínima de la juventud. Porque la juventud es buena por naturaleza. Todos hemos sido jóvenes.
—Y usted ha hecho botellón.
—Claro. Todos los jóvenes lo hacíamos.
—¿Cuál es su receta para combatir el individualismo?
—El amor, que es buscar el bien del otro. Como Cristo, que murió por buscar nuestro bien.
—Y vivimos en la era de la competitividad.