«Os vamos a llevar con vuestros padres y os van a pegar»
▶ Niños marroquíes de hasta 10 o 12 años se echan al mar en balsas para huir de la pobreza
Por el dialecto que hablan son de la zona de Tetuán o Martil y por su aspecto físico no aparentan más de diez o doce años. Han zarpado de la playa de Oued Laoud a bordo de una barquilla hinchable de plástico, de las que se compran en cualquier local para que los niños jueguen en la playa. Para ellos, sin embargo, es su transporte a un mundo que adivinan mejor, España, donde en su imaginario infantil podrán tener acceso a todo lo que echan de menos en su tierra. La escena se produce a cientos de metros de la costa marroquí. «¿Qué hacéis aquí?, ¿dónde vais?». Les preguntan desde una lancha con motor que al verlos va a rescatarlos. «A España», responden ellos. «Os vamos a llevar con vuestros padres y seguro que os van a pegar»... En ese momento la barca de juguete está ya a merced de las olas y los dos niños que la ocupan tratan de gobernarla de forma torpe con un remo, también de plástico. Los críos parecen ajenos al peligro e incluso se ríen de la situación, aunque saben que su sueño ha terminado, al menos por esta vez. Tampoco les preocupa el contratiempo, porque saben que habrá más oportunidades.
El episodio, trágico y revelador, se vivió a principios de mes, según explican a ABC fuentes marroquíes. Podría parecer un caso aislado, pero las mismas fuentes, que conocen muy bien todo lo que rodea a la juventud de ese país, especialmente la de la zona de Castillejos, advierten de que no es así. Y para muestra, otro botón.
«Al llegar»
Hace diez días, en las calles de esta localidad fronteriza con Ceuta. Tres chicos, dos de 14 años y uno de 15, miran las playas a la espera del mejor momento para lanzarse al mar provistos con unas precarias aletas y un traje de neopreno para intentar llegar a nado a Ceuta. Los agentes marroquíes los descubren y frustran su sueño. «¿Vuestras familias sabían lo que ibais a hacer?», les pregunta una de nuestras fuentes. «No... teníamos pensado llamarlas cuando estuviésemos allí». Que nadie piense que los chicos, estudiantes de instituto, pertenecen a familias desestructuradas. El sentimiento de la juventud marroquí es prácticamente unánime en este punto: la mayoría desea viajar a España. Y no les echa para atrás que muchos mueran en el intento. Dos jóvenes, por ejemplo, hace algo más de una semana; uno en la playa de Restinga, entre Rincón y Castillejos, cuando intentaba llegar a Ceuta, y otro en la zona de Benzú, en aguas próximas al islote de Perejil, aunque el cadáver no se ha encontrado.
El deseo casi irrefrenable de amplios sectores de la juventud marroquí de empezar una nueva vida en Europa –España es su punto de entrada natural– no es nuevo, pero en los últimas semanas se ha intensificado de forma notable. Prácticamente cada día chicos de Tánger,
Castillejos y de localidades situadas en un radio de unos 25 kilómetros en torno a esta población fronteriza con Ceuta, se buscan las mañas como pueden para echarse al mar. La razón, según las fuentes consultadas por ABC, es la crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus, que ha deprimido aún más muchas de esas zonas donde se vivía en buena medida del tráfico de mercancías con Ceuta. Con las fronteras cerradas desde el 13 de marzo pasado, la angustia ha crecido y los jóvenes sienten con más intensidad que allí no hay futuro para ellos. Ha habido, además, un segundo elemento, que ha servido como acelerante de una situación ya de por sí inflamable: por el norte de Marruecos ha corrido el rumor de que en España no hay problema para encontrar trabajo y que los sueldos son buenos. La supuesta noticia, que se ha transmitido de boca a oreja de forma imparable, ha despertado muchos sueños aplazados, con consecuencias muy duras.
Contundencia
Las autoridades marroquíes, esta vez sí, han reaccionado y colocado vallas en las playas para evitar que los jóvenes lleguen a los arenales, puesto vigilancia de policías y mehanis cada 100 ó 200 metros de costa y hecho actuaciones contundentes en cuanto se detecta a grupos de chicos que intentan llegar al mar para subirse a una patera o empezar una peligrosa travesía a nado... Nunca, hasta ahora, Marruecos había tomado medidas tan contundentes para impedir la emigración a España. Aunque también hay agentes corruptos que cobran por mirar para otro lado...
La mayoría de los candidatos a la emigración acaban en manos de la Policía: «Muchos compran trajes de neopreno y aletas y tratan de alcanzar a nado a las costas de Ceuta; otros, compran balsitas de plástico y también se lanzan hacia el mismo objetivo, que está a una distancia muy corta... Los hay, más afortunados, que pueden contratar motos de agua. Hay un último grupo; los que