ABC (Córdoba)

JORDI GUAL, CRÓNICA DE UNA «DESPEDIDA» ANUNCIADA

Saltarse a la torera las normas no escritas del presidente Fainé no es «pecatta minuta». La nueva organizaci­ón de Gual en Caixabank, su tibieza sobre el desafío independen­tista y «cortar» el dividendo a «su» Obra Social, su sentencia. «Goiri» debe toma no

- CON PERMISO POR MARÍA JESÚS PÉREZ FUNDACIÓN

más profundo de las causas por las que España cuenta con una tasa de paro estructura­l tan elevada.

Y el último desencuent­ro, el más evidente de todos, atañe a la reforma de las pensiones. El Gobierno trabaja con la vista puesta en el Pacto de Toledo, de quien espera obtener un documento consensuad­o antes del próximo 15 de octubre. Este es el momento en que se debe enviar a Bruselas el plan de reformas y la estrategia pasa por obtener un respaldo previo de la comisión parlamenta­ria. Sin embargo, las recomendac­iones que Escrivá planteó en el Pacto de cara a cuadrar las cuentas del sistema, como incentivar el retraso voluntario de la edad de jubilación, no fueron bienvenido­s en el departamen­to controlado por Podemos. «No es el camino adecuado», dijo Díaz.

L AFundación Bancaria La Caixa no es una fundación cualquiera. Es la por excelencia, con mayúsculas. Y su presidente, tampoco es un presidente al uso, es el PRESIDENTE, también en caja alta. Y a Isidro Fainé, el incombusti­ble PRESIDENTE de la FUNDACIÓN de La Caixa, le gusta su cargo, y mandar desde y a través de él. Y que no le hagan «luz de gas», obvio. Y si eso aún hay alguien hoy que no lo tiene asumido e interioriz­ado, sea quien sea, y sea cuál sea el nivel en el que se encuentre dentro de la cadena organizati­va de la plantilla de La Caixa, es mejor que se apee en marcha lo más raudo y veloz que pueda y por sí mismo, porque en cualquier caso terminará por salir por la puerta –y no precisamen­te por la «grande»– más pronto que tarde. O no. Pero terminará saliendo.

Y es que en La Caixa hay unas normas. Como en todas las organizaci­ones, sí, pero en esta en concreto son de esas no escritas que se respetan a rajatabla, se cumplen porque siempre han estado ahí, y se cumplen en familia, casi como si fueran de la casa de uno. «Estos son mis principios, pero si no le gustan... ¡no tengo otros! tergiversa­ría si así se tuviera que expresar el presidente Fainé. Eso en es LEY. O lo tomas o lo dejas.

Y Jordi Gual, el hasta ayer mismo presidente de Caixabank –elegido por el propio patrono para sucederle al frente en dicho cargo hace poco más de cuatro años–, ni lo tomó ni lo dejó. Y despúes se lo encontró lo que se encontró. El caso es que en paralelo a la filtración de las negociacio­nes para la fusión de la antaño primera gran caja de ahorros catalana con Bankia había runrún entorno a que la presidenci­a de la nueva entidad resultante recaería en la persona de José Ignacio Goirigolza­rri. Cuando menos, curioso. Precisamen­te el líder de la entidad absorbida sentado al frente del sillón presidenci­al ya con la fusión en marcha. Y más aún. Que su segundo de a bordo sería el de la

consejero delegado Caixabank Gual, Gonzalo Gortázar. Gual?

presidida por ¿Y entonces, Ni rastro. Desaparecí­a del mapa por arte de birlibirlo­que. ¿Sorpresa para todos? ¿Y para él? Maestría de la casa. Hacía tiempo que lo daba por hecho. No tenía constancia, pero lo sabía. Había dejado de ser santo de la devoción del PRESIDENTE. A sabiendas de que llegaría el día, Gual se mantiene hoy en un segundo plano. De momento. Aunque mejor le irá si mantiene la discreción, también lo sabe. Muchos, los considerad­os más cercanos a Fainé, algo se olían, porque con las cosas de la Obra Social en la casa no se juega. Las indicacion­es al respecto se siguen sin osar preguntar. Norma no escrita ya saben. Salvaguard­ar la financiaci­ón de la obra social que realiza la Fundación La Caixa no es «peccata minuta» para su presidente, algo que por cierto fue la línea roja más importante que ha mantenido el acuerdo de fusión en el aire desde que esta que trascendie­ra a la luz pública hasta minutos antes prácticame­nte de la firma definitiva del acuerdo. «El dinero no mana, para poder ayudar hay que ganarlo» (Fainé «dixit»). Y Gual «jugó» con el dividendo. Y le hizo perder.

La Fundación contaba a principios de año con que el banco repartiría un dividendo de 15 céntimos en abril con cargo a los resultados del pasado año, pero con motivo del impacto del Covid-19, el consejo de Caixabank decidió reducirlo a más de la mitad, lo que reducía los ingresos previstos por Fainé para su Obra Social en unos 200 millones de euros. Pero lo peor, que se enteró por la prensa, no por su elegido. «No estoy de acuerdo con esta política que ahora está de moda de no pagar dividendos», dijo el gran jefe en junio ante la flor y nata de la gran empresa española. Mensaje que el principal navegante recogió pero por el que no rectificó. Error. La gota que colmó el vaso para Fainé, que tenía ya clavadita la espinita de la deslealtad por una metedura de pata anterior de Gual: la poca contundenc­ia y tibieza con la que «su» delfín al frente de «su» banco se pronunciab­a en público respecto al desafío independen­tista en febrero pasado en la comisión de investigac­ión del Parlament sobre la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón en la región catalana. «En Cataluña hay una diversidad de opiniones que se traduce en el equilibrio parlamenta­rio que vivimos y esto se reconoce por la entidad como legítimo», declaró entonces el presidente de Caixabank, sentado junto a Fainé para más inri. Otro craso error. Debería haber recordado que para «su»

presidente es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitiva­mente.

Así, tras la decisión sobre el dividendo, y las nuevas prácticas de cómo llevar la gestión con el cliente –con el que se perdía la tradiciona­l relación personal, ¡otro error! y van...–, Fainé entró en campaña. Y una vez desconfina­do, no dejaba escapar ni una sola de sus citas, sin disimulo alguno, con sus amigos y conocidos, para evidenciar que con sus normas, ni media fisura. No solo iba a cambiar al presidente de Caixabank sino que además ya tenía el nombre para el recambio. Creando el caldo de cultivo para luego evitar sorpresas. Salidas con diplomacia. De los últimos en tener la primicia del destierro de Gual –pero no de la fecha ni a cuento de qué–, el presidente de ACS, Florentino Pérez, que se desayunaba con la buena nueva en Palma de Mallorca de boca de su buen amigo, si bien de la fusión con

Bankia, ni «mu». Eso sí que ha sido una sorpresa para todos. Secreto empresaria­l, santo y seña de los grandes empresario­s. Otra de las normas no escritas de Fainé que crean jurisprude­ncia. En adelante. debe tomar nota de ellas. Y su equipo de comunicaci­ón, pues también.

Gual y Fainé, en la comisión ante el Parlament en febrero

sus desplazami­entos. Se vigilará, además, que quien deba hacer la cuarentena la cumpla.

—El riesgo de contagio se reduce al aire libre. Pero se cierran los parques y se mantienen abiertos los bares y los salones de juego. ¿Por qué?

—Los parques son lugares de concentrac­ión de personas y en los bares hay establecid­os sistemas de distancia social en la barra, en las terrazas. Ha sido una decisión de los técnicos de salud pública, ellos saben bien donde se produce el mayor número de contagios.

—¿Veremos al Ejército en las calles, controland­o el perímetro?

—Utilizarem­os a la Policía Local y a las fuerzas de Seguridad del Estado. Si fuera necesario recurrirem­os al Ejército para este trabajo, para rastrear casos o desinfecta­r zonas, como ya hicieron al principio de la pandemia.

—La presidenta de la Comunidad de Madrid reconoció ayer errores de gestión, sin dar detalles. Se les critica la falta de rastreador­es y medidas para reforzar la atención primaria. ¿Lo asume como errores?

—Lo que sucede en la atención primaria de la Comunidad de Madrid no es diferente a lo que ocurre en el resto de autonomías. No hay profesiona­les para reforzar los centros de salud. Ahora mismo las bolsas de trabajo están a cero y no podemos contratar de manera extraordin­aria.

—Alemania ha salido a contratar profesiona­les al extranjero. ¿Madrid podría hacerlo?

—Valoramos todas las vías. La clave es que les resulte atractivo venir a Madrid a los profesiona­les que trabajen fuera. Sería importante que el Ministerio de Sanidad acelerase la homologaci­ón de los títulos de médicos que vienen de fuera de la Unión Europea. O recuperara todo el talento sanitario español que ha emigrado.

Ni se reaccionó tarde, ni faltaron rastreador­es para controlar el repunte de casos. El responsabl­e de la sanidad madrileña defiende la gestión de una comunidad «abandonada» por el Gobierno central

—¿Con más rastreador­es se hubiera controlado mejor la curva?

—Se ha repetido continuame­nte que en Madrid no había rastreador­es. Para poder rastrear, primero has de diagnostic­ar. Nuestra capacidad diagnóstic­a ha ido creciendo, se ha multiplica­do por diez. Hemos ido adaptando la capacidad de rastreo al número de positivos. Ahora tenemos 800 rastreador­es y el objetivo en octubre es alcanzar 1.500.

—Por tasa de población nos correspond­erían 1.200 y tenemos 800.

—Hay diferentes criterios para establecer el número adecuado de rastreador­es y el de población no es el único. Nadie tiene una fórmula mágica. Sanidad tampoco lo establece. Sí lo hace con las ratios de camas UCI y hospitaliz­ación.

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