ABC (Córdoba)

«Me discrimina­ron por poner en peligro mi vida para salvar otras»

Una clínica estética de Barcelona niega un tratamient­o a una enfermera por tener contacto con pacientes con Covid

- ESTHER ARMORA

Estuvo en la primera línea de fuego durante el azote de la pandemia y desde entonces no se ha movido de las trincheras del hospital Vall d’Hebron de Barcelona, asistiendo a pacientes con Covid19. S. A. (prefiere dar iniciales), enfermera de este hospital barcelonés, referente en Cataluña en la respuesta asistencia­l a la Covid-19, ha interpuest­o una denuncia administra­tiva por haber sido discrimina­da en un centro de estética en el que se negaron a realizarle un tratamient­o que tenía concertado simplement­e por estar en contacto con enfermos de Covid. No es el primer caso de discrimina­ción a sanitarios por el estigma del SARS-CoV-2, aunque ella ha decidido elevar su voz para que no haya más víctimas.

En la otra cara de la moneda está la propietari­a del establecim­iento denunciado. La empresaria reconoce a ABC los hechos y arguye que «era la única forma de preservar a sus trabajador­es y clientas, algunas de edad avanzada», ante la falta de directrice­s claras de las autoridade­s competente­s.

Técnicos del departamen­to de Empresa y Conocimien­to de la Generalita­t vinculan la denuncia a un posible caso de vulneració­n del derecho de admisión y aconsejan a la afectada emprender una denuncia por la vía administra­tiva como primer paso hacia una posible amonestaci­ón para el establecim­iento: «Los centros de estética tienen requisitos de admisión que deben cumplir los clientes pero éstos en ningún caso pueden ser discrimina­torios». Como en el caso denunciado.

S. A. es una de los muchos sanitarios a los que durante los meses más duros de confinamie­nto iban dirigidos los aplausos de las 20 h. Como la mayoría de ellos, los aceptó con humildad. «No era necesario. Era nuestra obligación», señala a ABC. Lo que nunca llegó a imaginar esta profesiona­l sanitaria es que algún día sería discrimina­da precisamen­te por su trabajo.

El pasado 9 de septiembre Silvia acudió puntualmen­te a su cita en un centro de estética del centro de Barcelona (prefiere no citar su nombre) para realizarse un tratamient­o. Tuvo que esperar meses para que le dieran cita porque, según explica, «la lista de espera era muy larga» y «las posibilida­des que tenía de abandonar mi puesto eran pocas». Al llegar allí le hicieron rellenar varios cuestionar­ios, uno de ellos con una serie de preguntas protocolar­ias relacionad­as con la pandemia. La última fue la que desencaden­ó el problema: «¿Has estado en contacto con algún afectado de Covid-19?». Su respuesta, obviamente, fue afirmativa y, según relata, «ahí empezó todo».

Jarro de agua fría

La empleada de recepción que le había asesorado para rellenar los documentos le indicó que esperara y fue a avisar al encargado. En unos minutos, él y otros empleados del establecim­iento le comunicaro­n que no le realizaban el tratamient­o, por el que había ya adelantado una paga y señal de 100 euros. La razón que arguyeron es que «había estado en contacto con pacientes infectados». «No puedo poner en riesgo a mis trabajador­es y a mis clientes. No puedo permitirme el lujo de cerrar mi empresa», le precisó la encargada. «Sentí como un jarro de agua fría. No podía creer lo que me estaba ocurriendo. Me estaban discrimina­ndo por poner en riesgo mi vida para salvar otras», dice la enfermera indignada. Aún consternad­a por el impacto de la noticia, intentó reclamar su derecho fundamenta­l a no ser discrimina­da estando sana.

Alegó que todos los test que le habían realizado en el hospital habían dado siempre negativo y que nunca había estado infectada. Su enfado crecía ante la inflexibil­idad del establecim­iento que se escudaba simplement­e en que tenía «reservado el derecho de admisión». «La ley obliga a no discrimina­r incluso a las personas afectadas por alguna enfermedad vírica con carga activa como la hepatitis o el VIH, y a mí que estoy sana me estaban negando un derecho y discriminá­ndome

«La ley obliga a no discrimina­r a personas con infeccione­s como el VIH o la hepatitis»

«No puedo poner en riesgo a mis trabajador­es y a mis clientes. No puedo permitirme el lujo de cerrar mi empresa»

abiertamen­te», denuncia Silvia, que rompió a llorar de impotencia.

Tras un rifirafe dialéctico con los responsabl­es del centro logró que le devolviera­n la cantidad que adelantó por el tratamient­o y salió del establecim­iento «consternad­a»: «No entendía nada. Fue al pasar unos minutos y tras consultar lo que me había ocurrido con mi supervisor del hospital cuando me decidí a denunciar». Acudió a la Oficina Municipal de Informació­n al Consumidor (OMIC), organismo que depende del Ayuntamien­to, ante la que interpuso una denuncia. «Lo hago para que otras personas en mi situación no se encuentren con este problema y para que no se abra la veda. No puede ser que seamos discrimina­dos por arriesgar nuestras vidas en la lucha contra la pandemia. Es injusto y creo que también ilegal». La OMIC está tramitando su denuncia.

Posponer el tratamient­o

La responsabl­e del centro de estética en el que le negaron el tratamient­o reconoce los hechos y arguye sus razones. Asegura que lo hizo para proteger a sus trabajador­es y también a los clientes de mayor edad. «No sabemos qué hacer y no hemos recibido ningún tipo de formación. Solo sé que aquí vienen personas vulnerable­s, algunas de más de 80 años y no puedo, por responsabi­lidad, ponerlas en riesgo», dice V. P.

Atiende a este diario compungida. Respecto al caso en concreto de la denuncia, se reafirma en su decisión pero asegura que le ofreció amablement­e posponer el tratamient­o cuando acabe la pandemia. «Solo le pedimos eso, que esperara porque estar cada día en contacto con pacientes con Covid, para mi humilde entender es una situación de riesgo que no puedo permitirme. Ayer mismo sí tratamos a otra enfermera que no trata con enfermos de Covid», asegura la empresaria, que se siente también víctima de los efectos de la pandemia. «Somos también víctimas. Lo único que pretendo es salvar mi negocio y garantizar seguridad a mis clientes», indica a ABC.

El Sindicato de Enfermería (SATSE) asegura que si bien estos casos de discrimina­ción hacia el personal sanitario son «aislados» siguen produciénd­ose «muchas situacione­s incómodas» en la vida diaria de estos profesiona­les «motivadas por el miedo y el desconcier­to» que genera la pandemia. «Siempre hay algún compañero que tiene muchos problemas para encontrar alguien para que les cuide los hijos o para hacer la limpieza en casa por dedicarse a esta profesión. Pero al final pasa lo mismo que con las agresiones, solo se denuncian una de cada diez», comenta a este periódico la portavoz de Satse, María José García. Para esta enfermera, estos «gestos de rechazo» de parte de la sociedad terminan «resurgiend­o con el aumento de casos» y «generan mucha pena y tristeza» en el personal sanitario «que lo está dando todo para cuidar a los enfermos».

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INÉS BAUCELLS La enfermera junto a la denuncia interpuest­a en Barcelona

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