ABC (Córdoba)

El Papa transmite a España su preocupaci­ón por la eutanasia

- J. VICENTE BOO CIUDAD DEL VATICANO J. FRANCISCO SERRANO OCEJA

En un largo y distendido encuentro con la nueva «cúpula» de la conferenci­a episcopal, el Papa Francisco animó ayer a la Iglesia española «a seguir muy de cerca el dolor de toda la gente afectada por el Covid -en la salud o en el trabajo-, la acogida a los inmigrante­s, y el anuncio de Jesucristo con gozo y esperanza, en el respeto de otras religiones», según resumió el cardenal Juan José Omella a la salida del Vaticano.

«Muy informado»

Tanto el presidente de la conferenci­a episcopal como el vicepresid­ente, cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, y el nuevo secretario general, Luis Argüello, obispo auxiliar de Valladolid, encontraro­n al Papa en buena forma y «muy bien informado» de los asuntos de España a lo largo de un encuentro de una hora y cuarto. Según el cardenal Omella, el proyecto de ley de eutanasia en España,

«es un tema que le preocupa. Yo creo que esto no es solo el tema de morir o no morir, sino del dolor y del acompañami­ento. Cuando a uno le quitan el dolor y se siente acompañado de sus familiares y de profesiona­les, desea vivir».

Respecto al Valle de los Caídos, el cardenal Osoro señaló que «venimos de hablar con un hombre de gran esperanza. Es el momento de lograr que el Valle de los Caídos sea un lugar de recuperar la fraternida­d, la reconcilia­ción, la paz. Busquemos por todos los medios que sea un lugar de lo fundamenta­l», que es ser «hijos de Dios y hermanos de todos los hombres».

En cuanto a un posible viaje del Papa a nuestro país, el presidente de los obispos asegura que «le hemos insistido, con motivo del Año Santo compostela­no y del Año Ignaciano, y el sonríe… ¡Cuanto le gustaría! Le encantaría volver a España». iendo gravísimas las consecuenc­ias de la Ley de Memoria Democrátic­a, lo referido al Valle de los Caídos es una trampa más de las muchas que el Gobierno de Sánchez le tiene preparada a la Iglesia. El Gobierno fuerza a la Iglesia a dar una respuesta y a entrar en una batalla cultural, que diría Cayetana, que divide a la comunidad cristiana, que enfrenta a sectores y grupos dentro de la Iglesia, incluso a determinad­os obispos con parte de sus fieles. Una batalla también jurídica y mediática.

No, la batalla cultural de la Iglesia en España es de otra naturaleza y está en otro orden. Sin duda hay que responder con claridad a la pretensión de seculariza­r la Basílica y derribar la cruz o «resignific­arla». Pero la batalla primera se relaciona más con la cuestión de la verdad, también sobre la historia y el relato de la historia. Afecta a la verdad del Evangelio y su influencia en la vida de las personas, la verdad antropológ­ica y las consecuenc­ias morales de la propuesta cristiana. Por cierto, ¿qué pasará ahora con las beatificac­iones locales de los mártires de la persecució­n religiosa?

El problema está en que la Iglesia parece no estar en condicione­s de dar una batalla cultural porque, a veces, da la impresión de que no entiende lo que está en juego. No se trata de si los católicos están ideologiza­dos, por la derecha o la izquierda, o si responden más a criterios y motivacion­es políticas que a la fe. La Iglesia no debe entrar en la guerra de los partidos políticos. Pero lo que la Iglesia no puede hacer es enmudecer para el presente y hablar solo como si fuera un trámite, le toca el turno y a otra cosa. Si tanto se habla del profetismo, convendría ejercerlo de forma más activa y menos pasiva, salirse del rebufo de lo que hacen y dicen los demás. Para esto se necesitan líderes, con carisma y cabeza, grupos de pensamient­o y acción, medios que transmitan y generen cultura, redes que motiven y alienten en la vida. Seguro que ustedes los encuentran.

Francisco reconoció su deseo de viajar a España. «Le insistimos con motivo del Año Ignaciano»

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