ABC (Córdoba)

« Entiendo que algo no guste, que duela, para eso se hace la cultura»

▶Aitor Gabilondo, creador de «Patria», y el resto del equipo presentan la serie de HBO, que participa en la Sección Oficial de la 68 edición del certamen

- FERNANDO MUÑOZ SAN SEBASTIÁN

Llueve desde la tarde del viernes en San Sebastián como llueve en casi todas las escenas de «Patria». Pero la tormenta venía de antes, de un cartel que casi roba el protagonis­mo a los ocho capítulos de la fiel adaptación de la novela de Fernando Aramburu. Encendida la pantalla grande se acabó la polémica. Aunque queda la humedad en el ambiente de una ciudad que vivió todo lo que retrata la serie tan de cerca que caló hasta sus huesos.

Impacta ver el enorme cartel –uno nuevo, nada que ver con el que el propio Aramburu calificó de «desacierto»– en unas calles donde no hace muchos años atrás se palpaban las dos violencias que retrata, la del estruendo de las pistolas y la del silencio de los cuchicheos cómplices. Impactan también las lágrimas de su protagonis­ta, Elena Irureta, que da vida a Bittori, la viuda del asesinado «Txato». Dice Irureta que llora cada vez que ve la serie. Y no es una exageració­n. Se emocionó el año pasado en este mismo certamen, cuando se presentó una primera escena de unos segundos, y lo ha vuelto a hacer ahora que la ha visto por primera vez completa. «Has vivido todo esto, pero lo has pasado como por encima. No te has mojado tanto, porque no lo haces hasta que no te toca. Estos cuarenta años están resumidos en unas escenas y te zambulles en una situación que no has vivido pero que tu conoces», aseguró. «Somos vascas, tenemos una edad, hemos vivido mucho... Lo que cuenta la serie es algo que llevas en el ADN», replicó Ane Gabarain, su antagonist­a.

Más sobrio se mostró Aitor Gabilondo, que creció en las mismas calles donostiarr­as donde ahora ficciona –insiste en la palabra ficción– una de esas manifestac­iones de la «kale borroka» que cada fin de semana se hacían visibles a fuerza de cócteles molotov. Rodaron la escena en el Boulevard, a escasos pasos de donde se proyecta ahora su serie, y ese peso de la historia bajo el asfalto de la ciudad se puede respirar. «Era fundamenta­l reflejar esa atmósfera, porque en la novela es muy importante esa densidad, ese peso emocional», reflexionó.

Ruido y silencio

Gabilondo, que ha tratado de mantenerse siempre lejos de la polémica, defiende también una visión más sentimenta­l de la historia, y la atrapa en sus dos protagonis­tas: «La atmósfera de esta historia es un aire denso, pero esperanzad­or. Siempre he visto esa esperanza, por eso me quedo con las dos mujeres que deben sortear un montón de obstáculos para reencontra­rse al final de un viaje de muchos años de dolor y trauma», apuntó el creador de la serie, que cree que debería haberse titulado «Matria».

Arriba, las protagonis­tas de «Patria» posan con el creador de la serie; a la izquierda, una escena de esta

Igual que defiende el peso de la trama, trata de rebajar aspiracion­es: «No he pretendido hacer nada más que una serie con interés, emociones y con personajes complejos. Las demás valoracion­es me exceden», apuntó en conversaci­ón con ABC. «La inmensa mayoría del público tendrá su opinión al verla, no por un cartel», defendió, al tiempo que lamentó esa primera reacción furibunda solo por unas fotografía­s: «Me parece muy rara esta “cultura de la cancelació­n”, porque va directamen­te en contra de la cultura, del arte y de las emociones. Entiendo que algo no guste, que duela, que genere rechazo o alegría, entiendo todo, porque para eso se hace la cultura. Pero cancelar cosas no lo entiendo. Es sencillo: no lo veas», lamentó.

Frente al ruido de las redes de estos días previos, desconcier­ta el silencio de las calles de San Sebastián. Año tras año, en la parte del casco viejo de la ciudad aparecían cada noche las habituales pintadas contra España, contra el turismo y a favor de los presos de ETA. Este año, con la ciudad a medio gas por los estragos de la pandemia, apenas se han visto esas señales tan rutinarias como

«No es amnesia, es dolor. Hemos vivido años de dificultad­es para hablar», asegura el creador de la serie

amenazante­s. Lo más llamativo, por lo reciente que parecen, son un puñado de pegatinas de «Etxerat» –a favor de los presos– agrupadas en varias esquinas de la ciudad, todas lejos del epicentro del festival y más lejos aún del enorme cartel de «Patria» que ocupa dos vallas gigantes frente al Kursaal, el corazón del certamen, y que reza algo así como «todos somos partes de esta historia».

La «amnesia»

El día que el festival dedicó a «Patria» acabó con un maratón de entrevista­s y una rueda de prensa donde, por primera vez para una producción española, había más interés de la prensa extranjera que de la nacional. Un periodista francés habló de «amnesia» y

Aitor Gabilondo le cortó rápido: «No es amnesia, es dolor», apostilló. «Hemos vivido años de dificultad­es para hablar. Se vivió un pacto de connivenci­a en las cuadrillas, en las familias, para evitar ciertos temas. Ahora ya se puede empezar a hablar y me parece interesant­e que se puedan matizar cosas sin que por decir algo te posicionen», reflexionó, aunque rápido volvió a su salvaguard­ia: «Pero esto es una serie, y lanza preguntas, no respuestas. Lo importante es poder hablar, no tener razón. Estoy convencido de que contar historias es sanador, porque nos obliga a ver las cosas desde otro lugar. El dolor ha atrinchera­do posiciones muy firmes de hace muchos años y la serie rompe prejuicios», sentenció.

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AFP

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