ABC (Córdoba)

Pogacar obra el prodigio y gana el Tour

▶ El esloveno abruma en la contrarrel­oj de cierre, firma una remontada histórica ante Roglic y se lleva los maillots de la montaña y mejor joven. Landa, cuarto, y Enric Mas, quinto

- J. GÓMEZ PEÑA

Los prodigios son inolvidabl­es. Las remontadas también se recuerdan siempre. Como la de Lemond ante Fignon en el Tour de 1989. Aquellos 8 segundos del último día en París. A esa altura está ya el revolcón histórico de Tadej Pogacar, un chaval esloveno de 21 años que hoy va a ganar el Tour de la pandemia. El Tour de la «revolución Pogacar». El prodigio.

Roglic boqueaba sentado, roto, incrédulo, en su propio charco de sudor. Un hilo de baba le colgaba. Acababa de perder en la contrarrel­oj con final en La Planche des Belles Filles un Tour que ya creía suyo. A unos metros, otro esloveno, un crío con cara de crío, Pogacar, daba un salto feliz. Un salto histórico. Sólo en 1904 alguien ganó más joven la Grande Boucle, Henri Cornet, y fue porque descalific­aron por tramposos a los cuatro primeros. El lunes cumplirá 22 años. Feliz cumpleaños, le dijo el Tour. El vizcaíno Josean Fernández, Matxin, su director en el UAE, no dejaba de abrazarle. Le estrujaba. Y Pogacar, como si nada. Tranquilo. «Yo soñaba con estar un día en el Tour, no con ganarlo», repetía. Ya es suyo, con Roglic en la segunda y dolorosa segunda plaza; con Porte, tercero con 35 años; con Landa, cuarto igualando su mejor puesto (2017), y con Enric Mas, quinto tras el hundimient­o en la crono de «Supermán» López.

A cuatro kilómetros del final, Roglic y Pogacar estaban empatados. Después 20 de septiembre de tres semanas se encontraba­n en el mismo segundo. Roglic entraba en pánico. Había partido con 57 segundos de renta para ganar este Tour que empezaba a perder. Se levantaba sobre las rampas del 20% de la Planche des Belles Filles. Desencajad­o. Con el casco fuera de su sitio. Para mantener su cadencia, subía piñones. Mal síntoma. No tenía fuerza. En los 30 primeros kilómetros, los llanos, Pogacar le había presionado, le había quitado casi la mitad de la ventaja. ¿Estaba regulando Roglic? Qué va. Tragaba saliva. Faltaban los seis kilómetros de subida a La Planche. Es un puerto joven, un recién llegado al Tour. En 2012. Pero ya tiene su propia maldición: aquí siempre cae el líder. Parecía imposible que Roglic, dominador del reloj, sucumbiera en su jardín. Pogacar hizo lo imposible.

La cruel subida no varió el destino torcido de Roglic. Los dos eslovenos cambiaron de bicicleta. Dejaron la de crono y saltaron a la otra, la de subir. Pogacar no dudó. «No escuchaba las referencia­s que me daba Matxin por el ruido que hacía el público. Bueno, tiré a tope». La táctica de los elegidos. Con fuerza. En su rostro infantil sí se vio entonces un relámpago de arrugas, las del sufrimient­o absoluto. Es el camino para ganar el Tour. Hace un año, Bernal triunfó con 23 años y fue un hito. Hay que ir un siglo atrás para encontrar algo tan insólito como la victoria de Pogacar con 21 años.

La carretera que iba a la meta de La Planche, una tapia, asistió a una página inolvidabl­e del Tour. Roglic se vino abajo. Escuchaba lo que ni imaginó. La pesadilla. Pogacar seguía sacándole chispas a las bielas. Lo iba a ganar todo: el premio de la montaña, el Tour y, como guinda, la contrarrel­oj. Aventajó en 1 minuto y 21 segundos a Dumoulin. Una distancia enorme, cavada sobre todo en la subida. Mientras todos se retorcían, Pogacar parecía flotar. Como en un sueño infantil. Tercero quedó Porte, en el mismo tiempo que Dumoulin. Enric Mas fue noveno, a 2.45. Y Landa, decimocuar­to, a 3.17. El alavés subió a la cuarta plaza de la general por delante de Mas.

«Este Tour no lo ha perdido Roglic, lo ha ganado Pogacar», apuntó Landa. «Ha tenido pelotas desde el primer día», alabó. Siempre las ha tenido. Cuando quiso empezar con la bicicleta, a Pogacar sólo le frenó una cosa: no llegaba a los pedales. Tenía nueve años y quería imitar a su hermano. «Si él hacía algo, yo tenía que hacer lo mismo», recuerda. Cosas de niños. Pero esa vez tuvo que esperar unos meses hasta dar un pequeño estirón para ponerse a rueda de su hermano.

Desde entonces no deja de creer. Ciclista exponencia­l. Ganó el Tour del Porvenir y Matxin, que tiene buen ojo para el talento, le fichó para el UAE. Debutó en febrero de 2019 en el Algarve y venció. Y en septiembre, en su estreno en la Vuelta, se llevó tres etapas de montaña y acabó tercero en la general, sólo superado por Roglic, que tiene 30 años, y Valverde, ya con 40.

Ha descubiert­o el ciclismo desde el tejado. «No me puedo creer lo que estoy haciendo. Soy un chico de Eslovenia, un país pequeño y bonito, que lo pasa bien con la bicicleta», declaró al bajar del podio de la Vuelta. El ciclismo parece suyo. Y como tal, comienzan ya las comparacio­nes. Inevitable­s. Hoy en los Campos Elíseos copará el podio. Subirá con el maillot amarillo, el de la montaña y el de mejor joven. Eso solo lo había hecho antes Eddy Merckx. El mejor ciclista de la historia esperó hasta los 24 años para ganar el primero de sus cinco Tours. En eso, Pogacar ya le saca ventaja. Prodigioso.

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REUTERS Tadej Pogacar, con el maillot amarillo después de ganar la crono

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