La mecha que prendió Linares
La grave crisis que arrastra la ciudad con la tasa de paro más alta de España ha disparado la conflictividad social
Una multitud no se moviliza por una paliza. Los disturbios tienen también una lectura sociológica». Juan, natural de Linares, alude a la dramática realidad social de la ciudad para explicar el sustrato de los altercados producidos tras la brutal paliza propinada por dos policías nacionales a un vecino. El detonante ha sido la agresión, pero el caldo de cultivo de la revuelta es, aclara, la falta de industria, el cierre de comercio y el paro desbocado.
Linares es la ciudad de España de más de 50.000 habitantes con mayor porcentaje de desempleo. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 30,9 por ciento de la población activa está en el paro, lacra que afecta especialmente a los jóvenes, segmento de edad protagonista de la batalla campal que ha ocasionado heridas a 19 policías nacionales y desperfectos en el mobiliario urbano por valor de 30.000 euros.
La falta de expectativas laborales fuerza a emigrar a los jóvenes. Lo que explica la despoblación acelerada de Linares, que ha perdido casi 4.000 habitantes desde que en 2011 la Junta de Andalucía cerró la factoría de automóviles de Santana Motor tras invertir en ella más de 600 millones de euros. La desaparición de los 2.400 empleos que generaba la multinacional ha incidido en el censo tras el fracaso de las administraciones para encontrar alternativas.
Marcas comerciales
A que el recuerdo de la bonanza económica se desdibuje en la memoria colectiva de Linares ayuda mucho el hecho de que las cosas vayan cada vez peor. El cierre de Santana Motor arrastró a la industria auxiliar, con la consiguiente pérdida de empleo. Y como a menos nóminas, menos gastos, la siguiente víctima ha sido el sector servicios, lo que explica la debacle del comercio, cuyo último gran referente, El Corte Inglés, cierra en marzo.
Las grandes marcas comerciales han desaparecido progresivamente de Linares sin que se produjera una significativa reacción ciudadana, pero contra el cierre del centro de El Corte Inglés, que afecta a 224 trabajadores y incide en la autoestima de la ciudad, se ha movilizado la población, que al tiempo que critica el cierre empresarial responsabiliza a la clase política de la situación al no cristalizar prácticamente ninguno de los proyectos prometidos.
Pasado metalúrgico
En otros puntos de la provincia el incumplimiento de las promesas políticas es aceptado con docilidad, pero el pasado minero y metalúrgico de Linares ha forjado en el ciudadano un carácter reivindicativo del que a veces ha sacado partido. Así, en los noventa las revueltas de la plantilla de Santana Motor obligaron a la Junta de Andalucía a mantener viva la factoría con la respiración asistida de ayudas y prejubilaciones.
Casi tres décadas después los linarenses ha retornado a la calle, que ha sido escenario de continuas movilizaciones desde que se anunció el cierre de la gran superficie comercial. Que la protesta está de guardia lo sabe bien el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, al que en enero increparon centenares de personas cuando se desplazó a la ciudad, visita que, como el mandatario popular se encargó de recordar, jamás cursó Susana Díaz cuando era la máxima dirigente del Gobierno andaluz.
La llamada a la concentración durante la visita del presidente de la Junta partió de un grupo que propone cambiar el modelo tradicional de protesta por acciones sorpresivas.
El grupo ha puntualizado, no obstante, que en su estrategia solo caben las tácticas pacíficas, por lo que ha condenado enérgicamente los disturbios ocasionados por los centenares de personas que protagonizaron la revuelta. Al respecto, ha precisado en su perfil de Twitter que es conveniente manifestarse por los derechos de Linares, pero sin vandalismo.
El 30,9 por ciento de la población activa no tiene trabajo, una lacra que afecta sobre todo a los jóvenes
Desde el cierre de Santana Motor en 2011, ha sufrido una sangría de industrias y servicios