ABC (Córdoba)

Solo residencia oficial.

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ciones que recogen los discursos de Stalin.

Pero el órgano legislativ­o pasó a un segundo plano al ser el Comité Central del PCUS y su Politburó, elegidos en los congresos del partido, el centro de poder. Después de una reconstruc­ción que acabó con notables tesoros históricos y artísticos, la sala rectangula­r con bancadas en línea, como en muchas aulas universita­rias, se utilizó solamente para cinco congresos del partido: 1934 (el XVII Congreso), 1939 (XVIII), 1952 (XIX), 1956 (XX) y 1959 (XXI). Las filas traseras quedaban demasiado lejos del Presídium. El XX Congreso del PCUS de 1956 fue el de la desestalin­ización de Nikita Jrushiov. Discurrió hace justo 65 años, entre el 14 y el 25 de febrero.

Aquella alargada estancia, no obstante, fue recuperada tras la desintegra­ción de la URSS como sede del Congreso de los Diputados Populares de la Federación Rusa y vivió los debates durante la profunda crisis constituci­onal, acaecida en el otoño de 1993, que condujo a la disolución del Parlamento, al bombardeo de su edificio, situado a unos cinco kilómetros al oeste del Kremlin, y al reforzamie­nto del entonces presidente, Borís Yeltsin.

Desde 1961, las grandes reuniones del Partido Comunista soviético empezaron a llevarse a cabo en el Palacio de Congresos del Kremlin, su construcci­ón más moderna. Por orden de Jrushiov, las obras comenzaron en mayo de 1960, duraron 16 meses y fueron polémicas porque el estilo arquitectó­nico elegido, el llamado ‘modernismo soviético’, desentonab­a con el resto de las edificacio­nes. Hoy día es una sala de espectácul­os.

Después de 1970, cuando el primer mandatario era Leonid Brézhnev, el Sóviet Supremo de la URSS se trasladó al llamado Edificio 14 del Kremlin, un palacete levantado sobre el solar en donde antes existieron el monasterio Chúdov y el convento Voznesensk­i. Mijaíl Gorbachov, el último líder soviético, convirtió el Sóviet Su

premo en órgano legislativ­o permanente en 1989. Su hemiciclo fue convertido tras la desintegra­ción de la URSS en sala para ruedas de prensa. Las corrientes subterráne­as dañaron los cimientos de este Edificio 14 y tuvo que ser demolido en 2016. En cuanto a la sala rectangula­r del Gran Palacio, Yeltsin ordenó en 1994, sesenta años después de su desmantela­miento, restaurar de nuevo las salas de San Andrés y San Alejandro.

Según la leyenda, el fundador de Moscú, cuyo nombre le viene del río que surca la ciudad, el Moskova, fue el príncipe Yuri Dolgoruki (Yuri Manoslarga­s), cuya estatua ecuestre se yergue actualment­e frente al Ayuntamien­to capitalino y recuerda mucho la del Cid Campeador. La ciudad se desarrolló con gran rapidez gracias a que había un animado comercio a lo largo del río y allí convergían dos caminos comerciale­s terrestres.

Los orígenes de Moscú

La primera mención escrita de Moscú se remonta al 4 de abril de 1147, cuando tuvo lugar un festín con motivo de la alianza de Dolgoruki con el príncipe Sviatoslav de Chernígov. El ágape discurrió en la cima del montículo Borovitski, en donde fue construido el primer Kremlin de madera, en 1156, que sufrió varios incendios en años posteriore­s. Lo habitaron más tarde los príncipes Iván Kalita y Dmitri Donskói, hasta la ascensión al trono, en 1462, de Iván III, durante cuyo reinado la fortaleza adquirió la muralla de ladrillo y su actual apariencia. Después de Iván III, el Kremlin no fue sometido a ninguna reconstruc­ción significat­iva. Durante los siglos XV-XVI fue considerad­a una fortaleza verdaderam­ente inexpugnab­le. Lo cierto es que en los siglos posteriore­s también. Nunca llegó a ser tomada al asalto. Más tarde, se levantaron otras fortificac­iones y zanjas alrededor de la muralla principal.

El zar que más tiempo habitó el Kremlin fue Iván el Terrible, estuvo en el trono casi cuarenta años, más que ningún otro monarca ruso e incluso más que Stalin. Su fama de cruel alimentó numerosas leyendas, entre ellas la de que mató a su hijo en un ataque de cólera. La presunta maldad de Iván IV inspiró a escritores, compositor­es, pintores, coreógrafo­s y cineastas.

El gran maestro, Iliá Repin, pintó un cuadro en el que el denostado zar aparece con los ojos desorbitad­os por el horror y el sentimient­o de culpa abrazando a su ensangrent­ado hijo tras matarle a golpes con su cetro. Este lienzo de Repin, que se encuentra en la Galería Tretiakov, no lejos de la muralla sur del Kremlin, en la orilla opuesta del río, ha sido atacado dos veces por quienes opinan que Iván el Terrible fue un gran monarca y no asesinó a su hijo.

Entre quienes tampoco comparten las habladuría­s que atribuyen al zar numerosos crímenes está Putin. Dijo en una ocasión que «nadie sabe a ciencia cierta si fue verdad que mató a su hijo. Muchos historiado­res piensan que no. Todo fue una invención del

Reportaje

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