Erudición e intimismo
—La mayor parte de las imágenes tienen una personalidad concreta, y en ellas un buen escultor tiene que saber imprimirles algo distinto según el momento en el que esté. Eso se ve perfectamente en el Gran Poder, que es una devoción transversal y vertical de Sevilla: son hermanos el aristócrata o el burgués más acomodado y la señora que todos los viernes coge dos autobuses desde un barrio lejano y va a ver al Señor. ¿Por qué van esas personas? Porque ven reflejado en el Señor su propio dolor y su propio sufrimiento y se les devuelve con toda la carga de dignidad, y eso lo dice Carlos Colón mucho mejor que yo. Núñez de Herrera añade que el Gran Poder es el «Dios honrado y fuerte», que lleva sobre sí las briznas de la carpintería de José. Con el Cristo de la Conversión del Buen Ladrón, por ejemplo, encontramos a un Dios que nos busca. Y la Virgen de las Angustias es el dolor de las personas ante el trato injusto de la vida.
los sentidos». ¿Así fue?
—La palabra aliento tiene muchos sentidos, es el aire que sale del cuerpo, el ánimo que le das a alguien. En muchas de las imágenes de De Mesa parece que sale el aire del cuerpo y que además te están ayudando. Carlos Colón afirma en la entrevista que incluyo que el Gran Poder parece que da las fuerzas que no tiene.
—¿Cuál es el salto de Martínez Montañés a Juan de Mesa?
—El del Manierismo al Barroco. Cuando Juan de Mesa empieza, el grandísimo escultor de Valladolid Gregorio Fernández ya está haciendo obras plenamente barrocas. En Sevilla, en cambio, las esculturas siguen ancladas en cierto clasicismo por el dique del prestigio y la absoluta maestría de Martínez Montañés, que hace obras hondas, interiores, perfectas. Lo que aporta Juan de
Mesa al arte religioso es un mundo de dramatismo.
—Describe con mucha sensibilidad la llegada de Juan de Mesa desde Córdoba a Sevilla, que le parece una metrópoli entonces según sostiene. Las referencias a la capital hispalense son continuas: se nota que añora la ciudad en la que estudió Periodismo a mediados de los años 90.
—Mi libro es también una crónica de viajes. Además de en Sevilla he estado en la Rambla, en Osuna, en las Cabezas de San Juan, y me hubiera gustado ir al País Vasco. Al ir a Sevilla he vuelto sobre mis pasos y he comparado la ciudad que dejé con la que me encuentro, que no es la que me hubiera gustado ver porque estaba excesivamente muerta y vacía.
—Cita a varios articulistas y compañeros de ABC en su libro: a Burgos, Paco Robles, Alberto García Reyes, Javier Macías, Félix Machuca, Fernando Carrasco, Antonio Varo y Daniel Ruiz.
—Sí señor, porque las obras de arte no solo hay que entenderlas desde nuestra propia visión sino por lo que nos aportan los demás. No hay que ser soberbio y pensar que nuestra interpretación es la más valiosa. Todas las miradas ayudan a comprender las obras de arte mucho mejor: y las miradas de los compañeros de ABC de Sevilla me ayudan a entender mejor al Gran Poder. Uno es lo que ve pero también lo que lee.
«Me pareció una coincidencia sugestiva que yo escribiese el libro con la edad que él murió dejando una obra colosal»