Salvar al soldado Boyd
La pandemia pone en jaque el Cementerio Inglés de Málaga, declarado BIC y donde, entre otros ilustres, yace el militar que ayudó a Torrijos en su levantamiento por la libertad
La caída de las visitas por la falta de turistas o de excursiones escolares ha puesto al Cementerio Inglés de Málaga al borde del cierre. Desde el pasado 1 de febrero sólo abre los fines de semana. En serio peligro de abandono no está sólo este camposanto anglicano, primero protestante de toda España, sino también sus ilustres moradores. El propio regidor de Málaga, Francisco de la Torre, se resiste a la clausura de este Bien de Interés Cultural desde 2012. «Igual que en 2006 ayudé a la creación del patronato del Cementerio Inglés, me dispongo ahora a buscar empresas, preferentemente británicas, para que contribuyan al equilibrio económico de la fundación. El Ayuntamiento de Málaga, aun sin ser instalación municipal, colaborará para completar los fondos necesarios», aseveró el alcalde ante la falta de ayudas. El olvido amenaza la última morada de ilustres personajes que yacen aquí, como Jorge Guillén o Gerald Brenan. También a otros que dieron la vida por sus ideas liberales, como el teniente británico Robert Boyd.
Este militar nació el 7 de diciembre de 1805 en Derry (Irlanda). Sus padres eran el tesorero de la ciudad, Archibald
Boyd y la escocesa Anne McNeill. En 1824, al cumplir diecinueve años de edad, decidió alistarse en el ejército de Su Majestad. Fue nombrado cadete en 1824 por Sir William Elphinstone, director del ejército de la British East India Company (Compañía Británica de las Indias Orientales). Dos años después, ascendió a teniente y fue destinado como voluntario al 65º Regimiento Nativo de Infantería en la ciudad de Mutra (India), trasladándose posteriormente por motivos del servicio a Agra. Allí se alistó como voluntario para luchar en la guerra de la independencia de Grecia.
En el año 1830, su primo John Sterling había organizado un grupo de jóvenes intelectuales denominado Los apóstoles de Cambridge, que se dedicaban a colaborar con el general español José María Torrijos, exiliado en Londres, en su conspiración para derrocar a Fernando VII. Boyd volvió a oler otra aventura como la de Grecia y decidió unirse a los planes