Chile no frena una nueva ola pese a liderar la vacunación mundial
▶ El Gobierno abrió toda su actividad y permitió viajar durante el verano austral
En el principal puerto de Chile, Valparaíso, la morgue del Hospital Carlos Van Buren ya no tiene espacio para más cadáveres. Las autoridades sanitarias han tenido que habilitar la instalación de contenedores refrigerados para depositar los cuerpos de los fallecidos por Covid-19. La ciudad costera, a solo unos 120 kilómetros de Santiago, la capital, es uno de los focos de mayor contagio en el país y, al igual que la mayoría de los grandes centros urbanos, casi el 40 por ciento de su población ya tiene al menos una dosis de la vacuna antiviral.
Chile –con algo más de 18 millones de habitantes– vive la paradoja de desarrollar un rápido y eficiente proceso de vacunación que ha alcanzado en pocas semanas a más de 6 millones de personas y se ha convertido el tercer país del mundo que más dosis ha inyectado. Pero en paralelo una nueva oleada de contagios mantiene a más de 16 millones de personas confinadas y con cada vez mayores restricciones de movimiento.
La magnitud de la crisis ha quedado de manifiesto con la decisión del Gobierno de solicitar al Congreso una reforma para postergar por seis semanas las elecciones originalmente previstas para el 10 y 11 de abril. Aunque no se sabe si en mayo estará ya la ola de contagios bajo control.
El presidente Sebastián Piñera –un hábil empresario y negociador– dispuso en mayo del año pasado que los ministerios de Salud, Ciencias y Tecnología y la Cancillería establecieran contactos y acuerdos con los principales laboratorios en el mundo que empezaban a desarrollar la vacuna contra el Covid-19. También convocó a los rectores y autoridades de las dos principales universidades chilenas (Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Chile), las cuales mantienen programas de investigación con universidades de Estados Unidos y Europa. A las pocas semanas, Piñera ya tenía un plan. El Gobierno chileno ofreció a las grandes farmacéuticas realizar en Chile las pruebas de la fase 3 de las vacunas en desarrollo e inició una silenciosa campaña de reclutamiento de voluntarios para recibir las primeras dosis. Al menos tres laboratorios hicieron parte de sus pruebas con voluntarios chilenos. Esa decisión dejó a Chile en una buena posición para negociar lo que vendría después: el precio de las vacunas y su disponibilidad.
Hoy se sabe que la Universidad Católica de Chile también facilitó la llegada de dosis desde Asia. La universidad chilena trabaja desde hace años con el laboratorio chino que produce diarios se registran en Chile. La relajación durante el verano austral fue la tormenta perfecta para el inicio de otra ola la vacuna Sinovac y esa relación también permitió que fraguaran acuerdos chino-chilenos. Tanto que más del 65 por ciento de las vacunas de las que dispone Chile son de origen asiático.
Según el ministro de Salud, Enrique Paris, hay compromisos de compra de casi tres veces la población chilena, «cuya inmunidad de rebaño se conseguirá no antes de junio», según dijo este miércoles. Pero no solo China provee vacunas. Una parte de las inoculaciones se han hecho con el medicamento de Pfizer/BioNTech. Existe también el compromiso de adquirir la europea AstraZeneca y la de Janssen.
De precios no se habla, pero una información no desmentida hasta ahora indica que Chile ha pagado entre ocho y catorce dólares por dosis de vacuna. Para los usuarios, la vacuna es gratis y voluntaria.
El proceso de vacunación ha resultado rápido y eficiente pues se ha realizado a través de la red de salud pública y comunitaria, que tiene más de medio siglo de experiencia en realizar campañas de inoculación contra el polio, sarampión, tuberculosis y otras enfermedades erradicadas, y cada invierno aplica masivamente vacunas contra la gripe. Se trata de una red de centros comunitarios que está presente a lo largo de todo el país y llega hasta las poblaciones más apartadas.