El mejor partido del Real Madrid antes de la semana decisiva
▶ Los blancos brillan con fútbol de quilates y velocidad. Goles de Asensio y Benzema
Magia, talento, lucidez, rapidez y movilidad en todas sus líneas. El Real Madrid sacó su mejor calidad antes de atacar los diez días que definirán su futuro con tres encuentros fundamentales, dos frente al Liverpool y el clásico del siguiente sábado ante el Barcelona. Era la mejor manera de preparar esas tres citas clave. El partido ante el Éibar fue bonito, frenético, alegre, divertido, mojado, ventoso. El estreno del duelo presentó todas las credenciales del buen espectáculo que se presenció. Courtois salvó una ocasión de Diop nada más empezar y el Real Madrid contestó con dos ocasiones de Benzema que Dmitrovic y el banderín de un linier anularon en un minuto total. Así se disfrutaron los noventa minutos, con frenesí, sin descanso, emocionados por un buen fútbol que no ha aparecido durante demasiados envites en esta Liga del Covid-19.
El madridismo ataca esperanzado los diez días que decidirán el porvenir de su equipo, porque sus ídolos, otrora vilipendiados, han comenzado a funcionar cuando más hace falta.
Zidane dejó en el banquillo inicialmente a Varane, Kroos y Vinicius pensando en el Liverpool. Militao, Marcelo e Isco fueron titulares en un once inédito. El lateral brasileño ejerció de quinto centrocampista, por la banda izquierda, en un 3-5-2 con Asensio y Benzema en punta. Cambiadas las tres líneas, los blancos realizaron gran fútbol. Isco hizo caños de cine y Asensio envió un balón al palo y vio como le anulaban un gol antes de anotar el tanto que abrió el partido, al rematar con acierto, escurriéndose ante Dmitrovic, una pelota que Casemiro le cedió tras robarla en el centro del campo azulgana. Dedicó su diana a su abuela materna, fallecida recientemente.
Cuarenta minutos tardaron los locales en traducir su superioridad en el marcador. Esa tensión se dejó traslucir en el banquillo de Zidane, que lamentaba cada oportunidad que el VAR, la madera o el propio Dmitrovic anulaban. La diana del mallorquín supuso un respiro.
La queja madridista se centró inicialmente en el árbitro, Díaz de Mera, que antes del 1-0 no señaló un penalti claro por agarrón a Casemiro. Lo peor es que el colegiado no se dignó siquiera a verlo en el VAR. Y en el seno del Real Madrid están desesperados con esta situación. Desde que Koeman protestó el penalti de Piqué a Ramos señalado en el Clásico, nadie pita una pena máxima a favor de los blancos ni por equivocación. Da igual que sean o no. Sencillamente, no se castigan.
El acierto de Asensio premió por fin el buen juego local. La fluidez en los pases se casaba con los desmarques constantes en el ataque, cosa rara en otras ocasiones, para ofrecer un juego preciosista, veloz, distinto a lo habitual. Y eso se conseguía con el plan B, con Militao, Marcelo e Isco en el once. Modric era un escándalo de controles, regates, cambios de dirección y pases medidos. Isco brillaba por fin. Marcelo daba taconazos precisos.
El ritmo del Real Madrid fue muy alto, con una circulación rápida de balón. Tras el gol de Asensio, los hombres de Zizou persistieron en su acoso sobre el área visitante, en su anhelo de sentenciar los puntos con otra diana, porque el 1-0 era jugar al filo del peligro. Bien que lo comproaron.
Vinicius es distinto
Una tromba de agua y el viento en contra de la portería de Courtois, producido por la tormenta, cambió las lanzas del encuentro durante diez minutos de infarto. Zizou introdujo a Kroos, Rodrygo, Vinicius y Arribas, en lugar de Modric, Asensio, Isco y Marcelo, con el fin de refrescar las dos líneas creativas. El miedo al empate llegó en una cesión atrás cuando el balón, ayudado por el viento, sorprendió a Courtois de tal forma que salvó la igualada in extremis, hasta chocar con un poste.
Sufrió el campeón bajo el diluvio. Pero en esas surgió Vinicius para decir que su regate es de otra época, el de siempre, el de Garrincha. Para decir que Vinicius no se vende.
Arribas le dio la pelota y el brasileño penetró por el flanco izquierdo hasta el fondo y colocó el balón medido para que Benzema cabeceara el gol de la tranquilidad, el que permitía nadar y guardar la ropa blanca y mojada. Fue la jugada perfecta, la que llega hasta la línea final para enviar el pase de la muerte. Era la decimoctava diana del francés esta temporada.
El Real Madrid mantuvo sus opciones ligueras antes de entrar en los diez días decisivos del club. Los pupilos de Zizou realizaron el mejor encuentro del curso, como exigía su jefe, pensando que los colores azulgranas del Éibar eran los del Barcelona. Zinedine les ha dicho ahora que todos deben estar en alerta roja.