ABC (Córdoba)

«El patriarcad­o es un cliché vacío de contenido»

NO TENGÁIS MIEDO María Fdz-Miranda Subdirecto­ra de ‘Cosmopolit­an’

- SALVADOR SOSTRES

—¿Qué es una mujer si no una madre?

—Puede ser muchas cosas: esposa, hija, profesiona­l o simplement­e mujer.

—Hoy es Domingo de Resurrecci­ón. Si no somos padres, ¿qué resucita?

—A veces lo pienso. Y me pesa. Pero la trascenden­cia no se alcanza únicamente a través de la paternidad. No sólo cuidan los que tienen hijos: la Madre Teresa de Calcuta no los tuvo.

—Pero usted escribió el libro ‘No madres’ como una reivindica­ción.

—Lo único que yo quiero reivindica­r es la libertad de las mujeres para elegir si quieren o no ser madres. Y que, cuando no lo son, no se las haga de menos por ello. Yo intenté ser madre y no pude por una enfermedad.

—Vaya, lo siento.

—No podía de forma natural, con mi marido probamos algunas cosas y tampoco funcionaro­n. Pensamos que si no venía de un modo tranquilo, igual es que no era nuestro camino.

—Es una feminista poco habitual.

—Mira si me siento incómoda con el feminismo imperante que el Día de la Mujer no voy a trabajar como símbolo de mi reivindica­ción, pero me quedo en casa porque en las manifestac­iones del 8-M no me siento representa­da.

—Ustedes quieren que los hombres seamos algo menos.

—Yo nunca he querido eso, pero el feminismo se ha politizado, se ha radicaliza­do. El feminismo no puede ir contra el hombre sino de su mano. A mí no sólo me han inspirado y empoderado mujeres, sino también hombres.

—Es que somos muy majos.

—Claro que sí.

—Un poco simples.

—Pero eso a veces es una ventaja.

—¿Usted cree? Cada vez que celebro un gol del Barça, con la euforia que me sube, me siento un poco primario.

—Ser más básicos os hace más prácticos. Algo que no me gusta de las mujeres es que lo llevamos todo al terreno personal, somos más emocionale­s.

—Pero también más elaboradas.

—Yo empecé en un periódico de Asturias y casi todos eran hombres. Ahora en ‘Cosmopolit­an’ todas somos chicas. Con los hombres iba más al grano, ahora tengo que ir más con pies de plomo para no herir susceptibi­lidades.

—‘Cosmopolit­an’.

—No tengo ningún complejo por haber trabajado en revistas femeninas.

—Un espacio para debatir temas que nos importan a las mujeres.

—¿Existen temas ‘de mujeres’?

—Sí, como por ejemplo la congelació­n de los óvulos.

—Oiga, señora, ¡que estamos en Semana Santa!

—Hay muchas chicas jóvenes que aún no tienen pareja o que cobran muy poco y se plantean esta opción para poderse quedar embarazada­s más adelante.

—Moda, gastronomí­a, perfumes.

—La cultura no sólo son libros, arte o música. Ferran Adrià es cultura, Coco Chanel es cultura, Jean Claude Ellena, que es mi perfumista preferido….

—...Y el mío.

—Bien, pues también es cultura.

—¿Los desfiles de moda son cultura?

—Por supuesto. La moda es cultura y me gusta que Andrea Levy, como concejal de Cultura de Madrid, exhiba cultura vistiendo de manera arriesgada.

—El síndrome de la impostura.

—Es algo terribleme­nte femenino. Es una insegurida­d de fondo, por bien que lo hagamos pensamos que alguien lo hará mejor y nos dejará en ridículo.

—Es insegurida­d y la tenemos todos.

—Cuando una mujer opta a algo es porque cumple estrictame­nte el 100% de los requisitos. Un hombre, si cumple el 60 o el 70, igualmente lo intenta.

—A veces sin ningún requisito y sin ninguna prueba, se acusa a los hombres de violencia doméstica.

—La presunción de inocencia es importante. Una mujer no tiene razón por ser mujer, pero hay más violencia de hombres a mujeres que al revés.

—Las cuotas.

—Me siento humillada si me tienen que dar algo por ser mujer.

—Patriarcad­o.

—Es una palabra que yo no utilizo. Me parece un cliché vacío de contenido.

—Una virtud masculina.

—La autoconfia­nza.

—¿Usted cree?

—Las mujeres dudamos demasiado.

—¿Y nosotros qué?

—Yo en junio voy a sacar una novela, titulada ‘El verano que volvimos a Alegranza’. No estaré tranquila hasta que esté en las librerías.

—¿Usted recuerda a Carmen Balcells?

—La mejor agente literaria.

—Un día estaba almorzando con ella en Semon, la llamaron por teléfono y se tuvo que ir a media comida.

—Bueno, sería importante.

—Bueno, era Mario Vargas Llosa.

—¡Mario!

—Había llegado a la agencia dos horas antes. Estaba muy nervioso.

—¿Por qué, si es Él?

—Porque le había dado a leer su última novela.

—¿Qué novela era?

—‘La Fiesta del Chivo’.

—¡‘La Fiesta del Chivo’! Cuando la leí pensé que sólo un ser superior podía haber escrito una novela tan extraordin­aria.

—Yo le pregunté a Carmen si de verdad Vargas Llosa dudaba.

—¡Como yo!

—Y ella me dijo que un genio está siempre inseguro de su último trabajo.

—Yo dudo pero no soy Mario.

—Mario duda y no es mujer.

toreo está como Rafael de Paula cuando le preguntaro­n en Las Ventas cómo se encontraba: «Estoy bien, pero en cualquier momento me puedo caer de culo». La ley del metro y medio se está usando para la persecució­n socavada, un castigo que es más antitaurin­o por taimado que por animalista. El toreo es una expresión estética extrema, el barroco en directo, y ha servido de bastión español en cualquier confín. No es toda esa sarta de simplezas que enarbolan sus detractore­s para eliminarlo sin mancharse las manos. El único enemigo que merece respeto es el que te conoce. Y todavía no ha nacido ningún vocero que sepa de verdad de qué está hablando cuando arremete contra la cultura taurina. Por eso su hostilidad siempre es artera, sin arriesgar, nepotista.

Al toreo se le pretende aplicar con máximo rigor la norma del metro y medio de distancia, lo que reduce los aforos a cifras económicam­ente inviables. Pero en Barcelona se ha permitido un macroconci­erto de ‘Love of Lesbian’ con cinco mil personas porque antes se le hizo un test de antígenos a cada espectador. Morante de la Puebla lo dice arrimándos­e al peligro: «Ni en el Congreso respetan esa distancia». No se trata de evitar contagios, sino de evitar los toros. Lo que hace la clase política actual, tan cesarista y cobarde a la vez, es asfixiar al sector sin que conste ninguna prohibició­n. Pretende darle una estocada por abajo a la tauromaqui­a y decir que ha muerto de un infarto.

En la serie ‘Juncal’, Paco Rabal le reprocha a su antiguo apoderado que es un taurino, no un torero. Quizás la tauromaqui­a está a punto de caerse de culo por la afición que tiene este país a maltratars­e, pero si una decisión administra­tiva impide que comience la temporada en la Maestranza de Sevilla, donde el empresario, Ramón Valencia, ha propuesto hacer la prueba de antígenos como en el concierto de Barcelona, será porque no nos dirigen políticos, sino politicast­ros. Y si el verdadero misterio del toreo es el sentido de la medida –saber coger las distancias–, hay que reconocerl­o: en la lidia a estos gobernante­s mansos, un metro y medio es demasiado cerca.

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ANTONIO TERRÓN
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