Enésimo solo de fanfarria

Dos meses y medio distarán entre la última y la próxima vez que Sánchez pise el Congreso. Ayer estuvo bien cerca, a diez minutos andando, los que separan el viejo caserón de las leyes de la Casa de América, donde acudió el presidente para su última monserga de autobombo y futurología, una de esas charlas en las que explica triunfal y divinamente todo lo bueno que le va ocurrir a España de aquí al 2030 o al 2050, por lo menos. Ni el escándalo de la subida del precio de la energía o de los carburantes, ni la crisis de Afganistán, con el desplazamiento de tropas a zona de conflicto bélico... Nada, no hay manera. La alergia que le ha cogido Sánchez al Parlamento solo es comparable a la gindama aguda que le invade cada vez que ha de pisar la calle y exponerse a los ciudadanos, un miedo atroz después de que salga a abucheo por aparición. Así que el líder socialista anda de La Moncloa al plasma pasando por el ‘foro selecto’, sin rendir cuentas a nadie, gobernando por decreto y envenenado por un optimismo más creciente, incluso, que el precio de la luz, un 200 por ciento más alto que el año pasado.