Por DE CARLOS
CARMEN
El presidente de México posa con un grupo de líderes evangélicos (arriba). Muchas de sus iglesias son ricas y opulentas, como prueba el exuberante Templo de Salomón de Sao Paulo (abajo)
Es esa faceta de los evangélicos, la que da consuelo a los más desfavorecidos o a los presos en las cárceles, la que les proporciona más apoyos entre las capas de población más humildes. Pero hay otra. Sobre todo en Brasil, donde muchos de sus líderes hacen gala de su opulencia, que sus defensores justifican al compararla con las catedrales católicas y el lujo del Vaticano.