ABC (Córdoba)

Si lo dice Simeone...

Griezmann sabe que se le espera con los brazos en jarras y una cara de cabreo de padre y muy señor mío

- JUAN PABLO COLMENAREJ­O

i Mbappé por aquí, ni Mbappé por allá. La bola de partido para Simeone. Si lo dice Simeone… no se hable más. Quería la vuelta de Griezmann desde el día de su marcha al Barcelona. El Cholo nos tumba en el diván para que estos días, sin Liga, saquemos lo que llevamos dentro. Aquella horrible noche en Turín, con Griezmann a lo suyo. El lanzamient­o en Milán, un penalti errado, contra el lado fácil de la vida, en la segunda

Nfinal de Champions. Sus tocamiento­s con el Barcelona se vivieron con enojo y sonrojo en la grada. La infidelida­d lleva al duelo tras la afrenta, pero el francés tiene a Simeone de padrino y la tropa del Metropolit­ano se va a envainar la faca que se quedará bien afilada entre los dientes, incluso después del desahogo. Griezmann no es el hijo pródigo sino el niño consentido que se sintió único, como un tirano en su trono de hierro. Para él, no para su familia, el Aleti era estación de paso. Se equivocó. Y lo sabe. Ahora, se cae del caballo. Huye de la quiebra y regresa con las orejas gachas. Más le vale. Sabe que se le espera con los brazos en jarras y una cara de cabreo de padre y muy señor mío. Va a tener que aguantar lo peor de esta vida; la indiferenc­ia. No le gritarán de más, pero tampoco de menos. Simeone hará de bálsamo. La otra noche, cuando un central del Villarreal hizo justicia tras un excelente juego del Aleti sin goles, Simeone salió corriendo hacia al Fondo Sur celebrando el regalo caído del cielo. En su cabeza se le aparecía Griezmann. Sin misericord­ia no hay esperanza. Viene porque lo dice Simeone. Los feligreses

Griezmann y Simeone, en 2014, celebrando un gol en la Champions

respondemo­s amén. El sorteo de la Champions le confirmó la necesidad del traerlo de vuelta. Se necesita algo más que un suplente para Correa y Suárez.

Sentimient­os aparte, el regreso de Griezmann completa una plantilla excelente. De Saúl, mejor no hablar. Su hoja de servicios pesa más que los malos consejos que tanto le han atribulado. Que le vaya bien. Con el francés hablaremos de fútbol y se le juzgará por lo que haga en el campo, pero entre nuestro repatriado y la grada hay algo personal. Va a tener que esmerarse para sentirse aceptado, respetado e incluso querido.

El Aleti recupera un futbolista de la élite, campeón del mundo. El perdón no se alcanza sin arrepentim­iento y propósito de la enmienda. Desde que el Cholo cogió la rienda, va para diez años, el Aleti incordia. Hay que tragarse los recuerdos y seguir molestando, partido a partido, a los que el jeque no coge el teléfono, ni por todo el oro del mundo mientras se fuma un puro, prendido como antaño con billetes de millón. Al final, sí que ha llegado un delantero francés a Madrid.

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