Toledo estudia la declaración de zona catastrófica tras sufrir importantes daños
La ciudad de Toledo, una de las zonas más afectadas por la última gota fría, está valorando los daños sufridos en todos sus barrios, incluido el casco histórico, Patrimonio de la Humanidad, para determinar si procede pedir la declaración de zona catastrófica y recibir los fondos necesarios para la reconstrucción.
Así lo dijo ayer la alcaldesa de la ciudad, Milagros Tolón, que ya ha hablado con la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico,
Teresa Ribera. La ministra ha expresado el compromiso del Gobierno central para atajar «problemas endémicos» como el caso del arroyo de Azucaica, cuyo desbordamiento ha sido causa de inundaciones por la canalización del arroyo Villagómez en la ciudad, que durante la gran tromba de agua registró 54 avisos por inundaciones y desplegó un dispositivo de 200 personas de todas las administraciones para paliar los efectos del agua.
Los puntos más afectados fueron la carretera TO-23 y la Nacional 400 (de propiedad estatal), que sufrió una de no lleguen las aseguradoras» y estudiará pedir la declaración de zona catastrófica para los puntos más dañados de las comarcas del Montsiá y el Bajo Ebro. Aragonès reconoció que la tromba de agua les pilló desprevenidos. «Nos encontramos una precipitación muy fuerte e intensa, un fenómeno muy concreto que no puso alertas en los sistemas que tenemos», dijo.
Pero no es la primera vez que estas viviendas de Alcanar se ven afectadas por inundaciones. Forman parte de los 19.900 kilómetros de zonas inundables que hay en España, según los datos de los planes de gestión del riesgo recogidos por el Colegio de Geólogos. En ellos viven 2.733.000 habitantes. «En estos datos no se incluyen cuencas internas de Cataluña, costa gallega, cuencas andaluzas del sur o las islas, con lo cual si se hicieran todos los mapas de zonas inundables, alcanzaría a cinco millones de españoles, el 10% de la población», dice su presidente Manuel Regueiro.
Para evitar los peligros, los expertos consultados apuntan a la necesidad de hacer cumplir la legislación del suelo, que ya obliga a tener en cuenta las zonas inundables en los procesos urbanísticos, pero no siempre se cumplen. Y si una zona es cartografiada como de riesgo alto o muy alto, «debe ser directamente no urbanizable», dice Olcina.
Pero esta medida no soluciona todo el conflicto. «En muchas ciudades españolas el problema viene de atrás, de décadas de permisividad», reconoce el catedrático. Frente a ello el Colegio de Geólogos pide «aplicar una política de indemnizaciones por expropiaciones» y Díez Herrero permutas: una casa en un terreno inundable, por otra de características similares en una zona segura, así como evitar que haya usos que supongan riesgos de estos territorios. Y, por supuesto, más concienciación. tromba de agua que provocó el embolsamiento de hasta 40 vehículos, cuyos ocupantes tuvieron que ser rescatados con mucho trabajo. Los coches retenidos tuvieron que rodear 20 kilómetros para conectar el polígono con el centro de la ciudad a través de la N400 y la carretera de Algodor y Mocejón. La carretera del Valle, desde donde se divisa una preciosa panorámica de la ciudad histórica, seguía ayer cortada por riesgo de desprendimientos.
La situación más problemática se produjo en la Bajada del Barco, en pleno casco histórico, donde el firme de adoquines se levantó literalmente al paso de la tromba que bajaba a una velocidad vertiginosa por las cuestas de Toledo hasta desembocar en el río Tajo.
Además de la capital, los pueblos de la periferia más afectados fueron, de forma especial, Cobisa, además de Argés, Burguillos, Guadamur, Layos, Nambroca, Polán o Pulgar.