ABC (Córdoba)

La OMS pide a los países que preparen planes para afrontar una multiplica­ción de casos de demencia

- M. T. BENÍTEZ DE LUGO

Según las previsione­s de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), cada vez habrá más personas, mayores de 60 años, con demencia. Sin embargo, aunque los casos no dejan de aumentar, los gobiernos no se interesan lo suficiente por este importante problema de salud pública, advirtió ayer el organismo en un informe. De acuerdo con los cálculos de la OMS, alrededor de 55 millones de personas sufren demencia en el mundo. Se manifiesta bajo múltiples formas, más o menos severas, siendo la más común la enfermedad de Alzheimer.

Según el estudio, a pesar de que las cifras ya son alarmantes, el futuro no es halagüeño: se estima que en 2030 habrá 78 millones de enfermos de demencia y la cifra se duplicará hacia 2050. Pese a estas previsione­s, solo el 25% de los países del mundo tienen un plan estratégic­o para ayudar a los afectados y a sus familias. La mayoría de los países con estrategia­s de salud frente a la demencia se encuentran en el continente europeo.

«La demencia no solo priva a millones de personas de sus recuerdos, independen­cia y dignidad sino que también deja a sus familiares y a su entorno sin las personas más queridas», declaró el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesu­s. «El mundo no está cumpliendo con la gente que tiene demencia y esto nos afecta a todos», añadió el responsabl­e de la agencia sanitaria de la ONU.

Cuidar a los cuidadores

«Hace cuatro años los gobiernos se comprometi­eron a mejorar el cuidado prestado a las personas que sufren demencia pero los compromiso­s no bastan», insistió Tedros. El estudio recomienda fortalecer el apoyo destinado a los enfermos con demencia y a las personas que están encargadas de su cuidado, tanto a nivel hospitalar­io como privado.

Los mayores de 60 años son los más vulnerable­s frente a la demencia que puede ser provocada por otras enfermedad­es o por accidentes que afectan al cerebro, como el alzhéimer o ataques de corazón. Las principale­s consecuenc­ias son para la memoria o las facultades cognitivas. También se manifiesta en las dificultad­es al desempeñar las tareas cotidianas. La OMS deja claro que actualment­e no existe ningún tratamient­o que frene o modifique la evolución de esta enfermedad. Hay medicament­os que palían temporalme­nte los síntomas, pero su eficacia es limitada.

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