ABC (Córdoba)

Por algo jugaba siempre Pedri

El fútbol de España no se terminó nunca de ligar

- HUGHES

La gran duda estaba en la sustitució­n de Pedri, jugador idiosincrá­sico de la España de Luis Enrique. Debutó Carlos Soler, incontenib­le, y el juego durante bastantes minutos estuvo determinad­o por su pujanza. España presionaba, llevaba la defensa arriba, y realizaba un fútbol muy directo. Carlos Soler, en el interior, se convertía inmediatam­ente en otra cosa. En un mediapunta llegador o incluso algo mejor, en otro extremo, un extremo-interior que ‘dialogaba’ y se doblaba con Ferran Torres, otro jugador flecha. La pareja valenciana marcó el inicio de España aunque el 1-0 llegara, como casi todo, de Alba, máximo asistente.

Aún era el equipo de la Eurocopa, reconocibl­e ya, aunque sufriendo mucho más. Se percibió mayor debilidad defensiva, achacable en parte a la cabezonerí­a de Luis Enrique con su Eric-Laporte, al riesgo bien asumido, a la mayor ambición de Suecia y, todo hay que decirlo, a algunos fallos de Koke, que en el lugar exacto de Pedri resultó tan inseguro como insustanci­al.

Suecia era compacta como en la Eurocopa, pero ahora capaz de responder a la verticalid­ad de España con verticalid­ad y media, con una pareja de delanteros, Isak-Kulusevski, que para nosotros quisiéramo­s y que exigió la mutación de Busquets en líbero.

El fútbol de España batía el infinito huevo del pase pero no se ligaba del todo, no cogía la salsa pelotera ese punto que consigue Pedri, y la falta de seguridad en el toque (la falibilida­d del pase) se notaba casi más en la defensa (errores suicidas) que en el ataque, fiado, así pareció desde el principio, a la percusión de la pareja Soler-Ferran. Luis Enrique cambio a los extremos de banda y España fue dos diagonales de pase (Alba, Gerard) buscando la velocidad (Ferran, Soler); luego, Adama como jugador-palanca.

El toque, la posesión, ha de tener, como las vacunas, un porcentaje que supere el 75% y además una pauta. Ahí se consigue la inmunidad defensiva. España no logró narcotizar al rival, controlar a Suecia y el talento del juventino Kulusevski.

La debilidad española se justifica por el estilo. Sin Pedri, que lo determina ¿qué sentido tiene tanta fragilidad?

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